Page 67 - Padres de la Patria
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ellas plenamente. 4° Que las elecciones populares jamás se conviertan contra la
causa pública y que siendo la explicación de la soberanía popular, sean el
regulador de la base representativa. 5° Que las municipalidades, sean las
cabezas de su comunidad o familia respectiva; y que, al sancionarse sus oficios,
se tenga presente, que esta administración es el órgano del pueblo.
Ahora bien ¿Cuáles son los medios de reducir a práctica estas observaciones?
Al Congreso toca resolverlo, como que en su sabiduría y probidad, esta
reservado el detalle de la magna carta, cuyas augustas páginas van a hacernos
felices. Yo solo diré, convirtiendo de nuevo mi atención al capítulo de los
poderes (por que de su organización depende nuestra libertad) "que la oposición
de toda la naturaleza tiene a toda la naturaleza en paz"; y que, no habiendo
otros materiales, para esta obra, que los que suministra la raza de Adán, toda
precaución es poca.
Pero, ya importa pasar de consideraciones generales al modo especial de
establecer nuestra república, en la inteligencia, de que estoy muy distante de dar
lección a nadie. Propongo, mi opinión como uno de tantos y porque me parece
acomodada a nuestro estado. He dicho ya otra vez, que no poseo ni luces ni
talentos y que, solo el amor a mi patria, pudiera compelerme a tomar la pluma.
Discúlpeme, pues tan noble estímulo.
"Debemos creer, decía; el inmortal instituidor de los Estados Unidos, debemos
creer, que un gobierno central, sostenido por la concurrencia de gobiernos
locales, y sabiamente combinado con ellos, puede ser adecuado para nosotros;
hagamos francamente la prueba". Concibo, que puntualmente nos hallamos en
el caso, porque, no queriendo, ni conviniéndonos rey, la razón aconseja, que
sigamos un sistema, que, al paso de ser congruente con nuestros votos, ha sido
probado por una larga experiencia en la misma América. Washington tuvo que
luchar con casi todos los sabios de su país; sin embargo, se propuso un ensayo
y le ha salido, cual se ve. Podemos, pues, esperar igual suerte, hagamos la
prueba.
Bien conozco, que al proponerla, dirán muchos: "federalismo, federación; no
conviene, ha probado muy mal en otras partes; esto es formar pequeñas
repúblicas". Ya se ve, conduciéndonos por lo que otros dicen, nunca
avanzaremos nada. Parece, que al llamar puro federalismo el sistema indicado,
confundimos el modo con la sustancia; porque la federación jamás ha sido por sí
forma de gobierno separada de las que hasta el día se conocen; ni los Estados
Unidos, dejan de ser la república más célebre del mundo, por ser su estructura
federal. Repitamos las palabras: "un gobierno central sostenido por la
concurrencia de gobiernos locales y sabiamente combinado con ellos". Con
que, no tratamos de la independencia absoluta de las provincias, respecto de su
metrópoli, ni de fundar otras tantas repúblicas de cuantas provincias existen en
el territorio del Perú, con trastorno de su integridad. Todo lo contrario: una sola
República Peruana pretendemos pero, de manera que subsista siempre; y que,
con ella, se consulten los derechos del pacto social y las grandes ventajas de la
independencia de España. La sabiduría está en determinar ese gobierno central
sostenido por los locales y en combinarlo con ellos. Apuro es ciertamente y por
eso quiso Washington que se combinaran sabiamente. Conocía este genio de la
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