Page 64 - Padres de la Patria
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ventajas imaginables en nuestro estado, teniendo juntamente la gloria de no
haber dado campo a la perniciosísima cizaña de la anarquía, que de ordinario
cunde a la sazón de organizarse una nueva nación o al transformarse los
elementos de un plan gubernativo. Aquí pues, la salud del suelo de los incas;
aquí la remembranza de nuestros representantes. Mas, si en cambio de tales
esperanzas, nos van a dejar la túnica de Hércules teñida con la sangre del
Centauro, mejor será que no la tejan.
La distinción de poderes, muelle real de la administración civil, es un
descubrimiento tan importante y peregrino en ella, como el de las leyes de
Keplero en el sistema planetario. Por estas, se gradúan los movimientos
celestes y la fuerza atractiva de cada masa; y por aquellas, está sujeto a cálculo
la tendencia abusiva del gobierno; ocultando este, en tanto, sus aspiraciones
arbitrarias, en cuanto, la comunidad se demora en observar que uno mismo dicta
la ley y la ejecuta. No obstante, rara vez se ha conseguido la exacta
demarcación de sus respectivos límites; porque, haciéndose por hombres
precisamente interesados en ella, es muy natural, que se procure poner la línea
puntos más allá de la esfera que competa. Así, vemos con dolor, diseminados,
en los primeros fundamentos, el origen de reñidísimas contiendas y el germen
de recíprocos celos entre las Legislaturas y el Poder Ejecutivo, entre este y el
Judiciario, dado frecuente ocasión a reformas, que no siempre prueban bien.
Con que, el primordial deber será, la rigurosa limitación de estos tres resortes, su
directa y exclusiva concentración al fin correspondiente y la seguridad de que
jamás atente el uno al otro. La tarea, es difícil desde luego; y mucho mas siendo
cosa averiguada que, a pesar de ser la Legislatura un cuerpo enteramente
desprendido de la facultad judiciaria y ambas de la ejecutiva; todas tres, han de
combinarse indispensablemente de tal suerte, que la una dependa de la otra, sin
que por esto haga aquella lo que esta quiera; resultando, por consecuencia, una
especie de trinidad política, compuesta de tres representaciones totalmente
distintas y emanadas de la soberanía nacional, que es una e indivisible. ¿Cómo
se investirá, pues, a cada persona, digámoslo así, de la virtud competente al
cabal lleno de su oficio, fijando, al mismo tiempo, los principios de sus mutuas
relaciones, conviene a saber, los puntos, por donde se toquen, sin
compenetrarse nunca en sus efectos? Si fuera del mismo plano o sistema
pudiésemos proporcionarnos un juicio, para sostener estas bases; la obra estaba
concluida. Pero, estamos en el caso de Descartes: queremos un punto de
apoyo fuera de la tierra, para levantar su masa; y por más que lo deseamos,
tocamos siempre con hombres, con pasiones alarmables por el instinto de la
opresión y la bajeza. Apliquemos, pues, la filosofía al expediente de tan grave
asunto; no nos contentemos con copiar a otros y por propio examen, resolvamos
la materia: que no hay en lo humano misterio tan recóndito, que no pueda
penetrarlo el hombre, y principalmente, si respecta a su dignidad, y se acerca a
él de buena fe y con ardiente deseo de acertar.
Mayor es, y por la misma razón apuntada, la dificultad de contrastar el conato,
que cada poder tiene hacia la arbitrariedad, cuando es necesario, que obre por
sí. El mismo cuerpo legislativo que por la circunstancia de ser el inmediato
representante del pueblo podía aparecer en todo evento, justo y liberal, suele
complotarse, desgraciadamente, contra éste, si para su formación, no tienen las
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