Page 66 - Padres de la Patria
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pajar.  Inspírese, pues, en una parte de esta sanción, que solo la unión estrecha
                  de  los  individuos  y  su  mutua  protección,  rectificarán  las  irregularidades  y
                  defectos  que  cada  uno  trae  al  pacto.    Entonces,  todos  estudiaremos
                  prácticamente la doctrina de la unidad civil, con el interés que sugiere el amor
                  propio.

                  Y ¿Qué diremos de las elecciones populares?  Las reglas, a que de ordinario se
                  sujetan,  suelen  considerarse  como  meros  formularios;  pero,  ellos  deben  ser
                  seguramente  el  resultado  de  una  combinación  muy  profunda.  El  uso  de  la
                  soberanía en sus primeros elementos, la base de la representación, la influencia
                  del  mayor  o  menor  número  de  electores,  el  ascendiente  o  llámese
                  preponderancia  local  de  un  distrito  en  comparación  de  otro,  al  paso  de  su
                  necesidad,  notablemente  dificultan  la  homogeneidad  de  sentimientos  en  las
                  reuniones  numerosas;  de  que  se  originan  facciones  en  su  mismo  seno  y
                  parcialidad, y lentitud en los actos deliberativos.

                  Por eso,  trayendo a  la  memoria  algunos publicistas  las  democracias  antiguas,
                  tratan  de  reprimir  tanto  el  influjo  electoral,  que  ya  despojan  al  pueblo  de  su
                  soberanía; acatándola otros tantos, que si bien se les califica, merecen el título
                  de  apóstoles  de  la  independencia  individual.  El  sistema  representativo  forma
                  desde luego una comunión política y ,según él, todo el mundo conocido puede
                  constituir una república; pero, aún no ha revelado el medio de ponerlo en planta,
                  es  decir,  que  un  vasto  Estado,  cuyos  intereses  requieren  el  gobierno
                  republicano,  exige  la  más  seria  contemplación  para  determinar  las  formas
                  electivas,  por  ser  estas  el  vehículo  de  la  representación  popular;  cuya  verdad
                  nos  servirá  mucho,  cuando  hablemos  luego,  en  consonancia  de  la  palabra  de
                  Jedidiah Morse, que hemos citado al principio.

                  Mas,  contraído  el  discurso  al  mismo  punto  de  representación,  viénese  muy
                  naturalmente bajo la pluma la administración municipal.  Su establecimiento es
                  tan necesario, que aun se conserva en los gobiernos despóticos, variando los
                  libros su nombramiento, en razón de la diversidad de principios, que los fundan.
                  Las atribuciones son pues, el motivo de la perplejidad, respecto de que la policía
                  no tiene todavía bien deslindada su provincia. Unas veces se entremete en las
                  funciones judiciarias y otras, no atina con las de su instituto, como acontecía en
                  la  Constitución  española;  ya  vimos  convertirse  los  hombres  buenos  en
                  abogados, ya disputar jurisdicción los alcaldes, ya hacer honrados almotacenes
                  a los regidores, ya acordarse del ayuntamiento, cuando se trataba de molestar la
                  ciudad y ya olvidarse de su existencia, cuando su voz era más necesaria. Este
                  es  el defecto de  las declaraciones  que  se  hacen  a medias  en  política  y  de  la
                  inexactitud con que se fijan las obligaciones y prerrogativas de una institución.

                  Concluyo,  pues,  de  todas  las  indicaciones  precedentes:  1°  Que  nuestra
                  Constitución  divida rigurosamente los poderes; que los enlace y juntamente dote
                  a cada uno de la aptitud y energía necesarias, para obrar bien y nunca mal; y
                  que, si pretendieren lo último; cada esfuerzo sea un nuevo favor a la libertad. 2°
                  Que  el  derecho  de  ciudadanía  sea  constantemente  precisa  emanación  de  la
                  utilidad  común  y  de  la  libertad  de  cada  miembro.  3°  Que  la  declaración  de
                  aquellos  derechos,  cuya  inteligencia,  puede  ser  perjudicial,  lleve  siempre
                  explícito  su  sentido;  y  que  induzca  al bien del  común,  si se  apetece  gozar de



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