Page 71 - Padres de la Patria
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americana  con  las  pequeñas  modificaciones  que  corresponde  a  nuestras
                  circunstancias y veránse sus efectos.

                  Por fin, me resta solucionar a algunos reparos que suelen proponerse, tomados
                  de la diferencia de coloniaje, de la localidad y casta; porque lo demás es suponer
                  que los hombres del norte han nacido de otro Adán.  El coloniaje inglés fue más
                  duro, dicen.  Esto de entrar en comparación es muy odioso; pero, si fuera así,
                  estamos bien.  Pues, tenernos la ventaja, entonces, de no ser sorprendidos con
                  la libertad, al modo de un cautivo no extraña tanto la luz respecto de otro que le
                  saca de un calabozo más oscuro. La localidad; si se contrae a las producciones
                  o riqueza natural del país, muy poco ha visto lo que tiene en su casa, quien pone
                  tal argumento; y si se habla de extensión, tómese la molestia de tomar un Atlas.
                  El departamento de Trujillo, solo es capaz por sí, de formar un gran Estado: su
                  costa,  y  provincias  interiores  abundan  de  cuanto  necesita  un  pueblo  para
                  llamarse  tal.    Los  fertilísimos  valles  de  Chicama,  Lambayeque,  Piura,
                  Condebamba, Chuquillanqui y mil otros; los riquísimos depósitos de oro, plata,
                  plomo  y  azogue,  que  contiene  Huagayo,  Cajamarquilla  y  Huamachuco  y  ese
                  brazo de mar que atraviesa majestuosamente por sobre lechos de oro; y esas
                  famosas montañas, habitadas de gente tan diversa, como poblados sus bosques
                  de cuadrúpedos  y aves diferentes ¿no alentarán la agricultura: no aguijarán la
                  codicia  ultramarina,  después  de  hacer  nuestro  tesoro;  no  promoverá  la
                  navegación  interior,  reproduciendo  las  plácidas  escenas  del  Mississipi;  no
                  franquearán  el  descubrimiento  de  otro  mundo?    Pero,  las  castas  sacan  sus
                  manos en medio de la fiesta, como la que turbó su cena a Baltazar. ¿Y cómo no
                  ha sucedido así en la América del Norte?  Allí también hubo de todo: leamos la
                  historia y no fallemos en punto de hechos, sin consultarla. "Ciudadanos de una
                  misma patria, les decía Washington a sus paisanos, por nacimiento y elección,
                  vuestro  país  debe  ser  el  centro  común  de  vuestras  afecciones”.    "Fieros  del
                  nombre  americano;  que  os  sea  él  un  justo  motivo  de  orgullo  nacional:  que
                  cualquiera otra denominación desaparezca.  Con algunas diferencias, Tendréis
                  unas  mismas  costumbres,  unas  mismas  habitudes,  unos  mismos  principios
                  políticos.  La libertad, la independencia de que gozáis, son los frutos de vuestros
                  esfuerzos, reunidos, de todos vuestros sacrificios.  Y, cuando estos sentimientos
                  no  fuesen  bastante,  para  reuniros;  vuestros  mismos  intereses  os  harán  llenar
                  esta  obligación".  El  oráculo  está  cumplido:  pronúnciese  sobre  nosotros  y
                  sucederá lo mismo; y con la ventaja, por la especialísima circunstancia de que
                  todas las Américas han dejado para  siempre jamás  el humillante traje colonial.

                  ¡Quiera el Árbitro de las naciones, que al recibir el Perú carácter tan augusto de
                  boca de sus representantes, reciba también el eficacísimo poder de hacerse, si
                  posible  es,  en  un  día  próspero,  feliz  y  grande  al  abrigo  de  la  Libertad  y  la
                  Justicia, cuyas luces brillan siempre como las del padre de los Incas a la hora en
                  que  les  aceptaba  sus  solemnes  cultos!    Acuérdese  cada  diputado  durante  su
                  legislatura:  que  la  infamia  o  la  gloria  le  esperan  infaliblemente:  que  todo  el
                  mundo  está  sobre  sus  más  pequeñas  operaciones:  que  sus  nombres  van  a
                  comparecer ante los siglos mas remotos en el volumen que nos den; que el alma
                  de todo el Perú ha venido a relevar la suya, mientras exista el Congreso; y la
                  obra es consumada. En el entretanto, urgido con la premura del correo en medio
                  de  las  ocupaciones  que  hacen  mi  afanosa  subsistencia,  me  despido  de  V.
                  Reiterándole los sentimientos etc., S. S. S. Q. B. S. M.



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