Page 56 - Padres de la Patria
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discusiones públicas, pero ni aun de pura conversación. ¡Quién podrá negar, que
                  el pensamiento de monarquía absoluta es una herejía política!

                  Pero, volviendo al mismo tema monárquico bajo las bases de una constitución
                  liberal  ¿cuál  ha  llegado  a  ser  el  último  resultado  práctico  que  nos  enseña  la
                  experiencia?  Servidumbre  al  fin  de  los  pueblos  que  obedecen  y  sancionado
                  despotismo de los soberanos, que gobiernan. Porque es observación fundada,
                  que para resistir eficaz y constantemente la voluntad de un hombre, que sabe
                  que ha nacido para mandar, que su raza tiene derecho exclusivo de mandar, y
                  que de su mandar nadie le ha de tomar cuenta; hasta hoy no se ha encontrado
                  arbitrio  suficiente,  sin  embargo  de  cortapisas  indicadas,  que  tarde  o  temprano
                  llegan a ser impotentes; porque tarde o temprano ha de llegar a hacer su presa
                  una  dinastía,  que  incesantemente  atalaya  la  ocasión  de  echar  la  cadena  al
                  cuello. No se puede imaginar la sangre derramada a las márgenes del Támesis,
                  por defender la magna carta contra los ataques de los Enriques y Guillermos;
                  horrorizan  las  atrocidades,  que  produjo  el  tenaz  empeño  de  restablecer  a  los
                  Estuardos; se inflama el espíritu en furor al ver la desventura de los comuneros
                  castellanos,  que  no  han  podido  repararse  de  la  jornada  de  Villalar;  y  la
                  generación presente aún no aparta su admiración de la sangrienta escena de la
                  Francia. Desengañémonos, nada escarmienta a los reyes, ni nada será capaz de
                  persuadirles,  que  son  hombres  como  los  demás,.  Cuantas  veces  se  han
                  alarmado  interiormente  los  pueblos,  ha  sido  por  sostener  un  pleito,  que  los
                  monarcas  les  han  puesto  para  usurparles  sus  derechos,  pleito  que  jamás
                  transigirán de buena fe.

                  Evitemos, pues, en tiempo tamaños males, no introduzcamos nosotros mismos
                  el funesto  pus,  y  después  de  plácidos  días,  y  lisonjeras  esperanzas,  la  noche
                  menos pensada se gangrene todo el cuerpo. La materia es ardua desde luego;
                  pues  que  determinar  la  forma  de  un  gobierno,  atendidas  la  extensión  del
                  territorio,  costumbre,  etc.,  demanda  mucho;  bien  que  si  procedemos  con
                  franqueza  y  buena  fe,  avanzaremos  fructuosamente.  Acerquémonos  pues,
                  tomemos  el  anteojo,  y  recorriendo  lentamente  sobre  una  eminencia  el  lejano
                  horizonte del segmento de esfera que pisamos, examinemos. ¿Si los hijos del
                  primer luminar del universo deben ser regidos por la voz de un hombre, que se
                  titule soberano, y si en su cetro pueden cifrarse el máximum de nuestros bienes
                  y  la  gloria  y  el  honor  y  nombradía,  que  le  esperan    al  Perú  como  Estado
                  verdaderamente libre?

                  Se han hecho tan análogas, y conexas ciertas ideas con algunos objetos, que
                  cuando se piensa en estos, retozan al momento aquellas en la imaginación, sin
                  dar lugar a otras, que, examinada la naturaleza de las cosas, debieran tenerse
                  más  presente.  Tales  son,  las  que  expresan  estas  voces  extensión,  población
                  costumbres, civilización, luego que se habla de las leyes fundamentales de un
                  país,  o  de  la  forma  de  su  gobierno.  Ellas  solas  entran,  como  circunstancias
                  absolutamente  imprescindibles,  al  aplicar  el  discurso  a  materia  tan  ardua  e
                  importante, cuando, si hemos de ser exactos, no merecen tanta preferencia.

                  Se trata del gobierno permanente del Perú; pues este debe atemperarse a su
                  extensión,  costumbres,  etc.  Este  es  un  dogma  político;  los  más  célebres
                  publicistas  se  contraen  a  estos  puntos  o  respectos,  cuando  escriben  sobre



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