Page 29 - Padres de la Patria
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libertador de la América meridional? Queda a los hijos infelices y a los hombres
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                  sin  mérito  ni  virtud  ataviarse  del  ropaje  de  sus  antepasados .  V.  E.  puede
                  gloriarse de sus padres y patria; pero más sus padres y patria de haber dado en
                  V. E. al orbe uno que aumente el esplendor del género humano,  y envanecerse
                  la  América  de  que  sus  héroes  han  aparecido  oscureciendo el brillo  de  los del
                  antiguo  mundo.  Sí:  los  grandes  generales  se  formaban  en  la  escuela  de  las
                  grandes virtudes, a presencia de los grandes modelos y a la vista de los laureles.
                  Pero haber nacido bajo el yugo del servilismo, viendo arrastrar las cadenas a sus
                  deudos y amigos, siendo parte de la gloria continuar llevándolas hasta besar las
                  manos que apretaban los eslabones; y sin embargo levantar su espíritu sobre la
                  educación,  despreciar  la  mezquina  política  de  la  antigua  corte,  desestimar  los
                  miserables honores prodigados a los esclavos, lamentarse de la desgracia de la
                  patria,  y  sin  los  recursos  de Trasíbulo,  pero  sí  con  los  de  su  grande  corazón,
                  abrigar en su seno  las ideas de la libertad, adorarla sigilosamente, y esperar los
                  momentos  oportunos  para  volar  a  esclarecerla,  multiplicándose  en  los  varios
                  puntos  adonde  le  ha  llamado  el  grito  de  los  pueblos,  que  suspiraban  por  la
                  independencia; o éste es heroísmo o no existe ni ha existido la heroicidad en la
                  tierra.

                  V.  E.  destinado  por  la  providencia  a  la  empresa  máxima,  objeto  de  nuestra
                  admiración, es conducido en la primavera de su edad a la Europa y la contempla
                  cuando la explosión de las ideas, contenidas en la esfera de los pensamientos,
                  iba a conmover a todo el globo. Después de adquirir los conocimientos militares
                  en el Colegio de nobles, adornado su espíritu con las luces de la historia y la
                  política, entra V. E. al ejército de España. ¡Pero qué teatro se le presenta! La
                  Francia,  esa  nación  amable  pero  precipitada  en  sus  pasiones,  derribando  en
                  público suplicio la cabeza del amigo de la América del Norte,  parece arrojó en
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                  ella el guante a las demás potencias de la Europa , preparándose al duelo más
                  sangriento  de  las  letras  y  las  armas,  esperando  a  los escritores y  a  los  reyes
                  coaligados  en  cruzada  contra  su  libertad.  Su  invasión  y  resistencia,  sus
                  conquistas casi fabulosas en los momentos en que todo amenazaba su ruina, el
                  fanatismo de la libertad y el delirio de la filosofía encendiendo sus teas funestas,
                  derramando sangre, destruyendo fortunas y sacrificando víctimas, y ese incendio
                  alumbrado después de la larga calma  que le había precedido...        16  ¡Qué objetos
                  tan  dignos  de  la  meditación  tranquila  de  una  alma  como  la  de  V.E.!  ¡Y  qué
                  escuela para formar un hombre público, que desea instruirse en la lección de las
                  ajenas  desgracias  para  evitar  las  del  país  de  su  nacimiento!  Allí  empezó  el
                  carácter de V. E. a desplegar toda su energía, viendo el choque del espíritu con
                  el espíritu, del poder con el poder, de las pasiones con las pasiones, y de todas
                  las fuerzas de la humanidad con la humanidad misma. Allí se comunicó a V. E.
                  el espíritu de los Ricardos, Carbajales, Urrutias y Lassis, nombres que la España
                  y las armas conservarán siempre entre sus glorias.

                  Pero en medio de los huracanes que se combatían destruyendo el muro social y
                  religioso  apareció  un  hombre  a  quien  fue  dado  el  poder  de  jugar  con  las
                  pasiones,  de  sacar  fruto  de  las  virtudes  y  vicios,  de  ocupar  la  tierra  con  su
                  nombre y de mudar la faz de los imperios. Con grandes talentos y luces, y con


                  14  Plutarc. in. vit. Arat.
                  15  Historia de la revolución de Francia, por dos amigos de la libertad.
                  16  Prefacio a la Historia de los principales sucesos del reinado de Federico II, Rey de Prusia.

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