Page 272 - Vida y Obra de Vizcardo Guzman - Vol-1
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Volumen 1
Viscardo y la rebelión de Túpac Amaru
Mar del Sur, en cuanto sus armas se hagan ver del otro lado de la cordillera
con una fuerza suficiente para garantizarlas contra el temor de la guarnición
del Callao y Lima, pues en todas esas provincias reina el tedio de la domina-
ción española. La misma ciudad de Lima suspira tal vez todavía por ver a sus
puertas al sucesor de los incas, pues las nuevas imposiciones sostenidas con la
fuerza de las armas, han reducido a sus habitantes a tal miseria que muchos de
ellos desde el año 79 se habían retirado al campo no teniendo ya medios para
subsistir en la ciudad.
El gobierno está tan persuadido de esta disposición general de los es-
píritus que, —a pesar de la muy urgente necesidad de sostener la autoridad
real contra los progresos de los Incas— no ha podido enviar contra él desde
Lima más que 100 hombres de la guarnición del Callao y 300 militares bajo las
órdenes de don José Areche, visitador general y auditor.
La autoridad de Túpac Amaru, como sucesor de los Incas ha sido aún
reconocida por el indio llamado el Chuncho quien después del año 73 habién-
dose retirado entre los indios independientes cerca de la provincia de Tarma
(situada al pie de la cordillera, treinta leguas lejos de Lima) había formado allá
un estado considerable y en las presente circunstancias actúa con sus fuerzas
como lugarteniente del inca.
Mientras que Túpac Amaru recorría victorioso los lugares del Perú
cerca del Cusco y ajusticiaba públicamente a sus gobernadores españoles
(además de Arriaga ya mencionado, se nombraba aún a Landa y Balcárcel)
que habían resultado culpables en su administración, la extremidad del Perú
llamada Charcas era vejada por Tocari, cazique potente de esos lugares.
Este, sabido que Túpac Amaru se hacía proclamar soberano, envió a
uno de sus hermanos a Chuquisaca para pedir a los ministros de esa real Au-
diencia el permiso y un refuerzo de tropas para ir a combatir a Túpac Amaru
quien usurpaba la soberanía debida a él, Tocari.
Esta proposición, procedente de una suprema insensatez o de malicia
refinada no fue considerada por los ministros españoles más que como un
insulto a la autoridad de su soberano y por consiguiente hicieron ahorcar al
imprudente enviado. Tocari y sus indios encendidos de furor por este hecho
desahogaron su desdén con muchas atrocidades cometidas contra todos los
que no fueron sus partidarios y habiéndose reunido en número de 20 mil
indios, 8 mil mestizos y algunos millares de españoles criollos, han destruido
a la tropa que hizo una barrida contra ellos desde Chuquisaca, bajo la orden
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