Page 18 - Vida y Obra de Vizcardo Guzman - Vol-1
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Volumen 1
Prólogo a la segunda edición
pronto, los hermanos Viscardo señalan que la rebelión dirigida por los criollos
de Sudamérica está bien encaminada y hasta pronostican que se alcanzará la
expulsión de los españoles hacia marzo del año siguiente 1783 (Viscardo 1988:
357-360).
Evidentemente con esta exageración se buscaba que Inglaterra se deci-
diese a intervenir en Hispanoamérica. Al no recibir respuesta a la carta ante-
rior, dos meses después, el 27 de octubre de 1782 le escriben una nueva carta
a lord Sydney proporcionando lo que ellos consideran datos esenciales para
una invasión y que repetirán en otros informes posteriores. Lo primero, las
fuerzas defensivas que España tiene en los puntos centrales de Sudamérica
(El Callao, Lima, Tarma, Jauja, Chile, Panamá, Cartagena, Buenos Aires, etc.),
anunciando además el estado deplorable en que supuestamente se encuentran
a raíz de la rebelión, que dicen, ha afectado a toda Sudamérica. Antes de que
España se recupere, recomiendan invadir Buenos Aires y convertirlo en un
«almacén» del comercio británico para el Perú y Chile. Lo segundo, es que
esta acción facilitaría «consumar la revolución del Perú y devolver la libertad
al resto de América», restableciendo el trono de los incas. Lo tercero es que
los hermanos Viscardo ofrecen nuevamente su apoyo político pues, explican
en hoja aparte, pertenecen a una familia de abolengo e influencia, además de
conocer la América meridional y el «idioma peruano» o quechua. De no ser
así, solicitan «un generoso amparo que humildemente pedimos para tratar de
pasar al Perú por nuestros medios» (Viscardo 1988: 363-369).
La gran constatación de ese tiempo es que, en realidad, la rebelión
sudamenricana había llegado a su fin y, con ello, se esfumaba la posibilidad
de una intervención inglesa. Por eso, cuando en marzo de 1784 los hermanos
se enteran de que España ha decidido amnistiar a los exjesuitas ven en esto la
oportunidad de volver al Perú y, para esto, piden ayuda al gobierno inglés para
regresar de inmediato a Italia para presentarse a las autoridades españolas en
Italia (Viscardo 1988: 373).
Estaba claro que ya no cumplían función alguna en Inglaterra y esto
se comprueba en julio del mismo año cuando en carta del 17 de julio de 1784
desde Génova, Juan Pablo tiene que reconocer que «todo parece tranquilo en
América meridional», aunque recuerda que se trató de un levantamiento ge-
neralizado y que queda todavía «algo de las iras pasadas». Resulta interesante
su anuncio de que algunos de los problemas que condujeron a la rebeldía se
están allanando y, en especial, gracias al comercio libre que el reformismo
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