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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de Toribio Rodríguez de Mendoza
ministerio pastoral no he omitido ni aún el trabajo de tener a mi cargo Aula de
Teología de Jóvenes escogidos como uno de tantos Maestros. Sin embargo de
mi esmero y tezón, siempre he tenido que tropezar en los escollos que opone
un falso concepto origen de muchas perjudiciales preocupaciones, y aunque
se han logrado teólogos que hacen honor, y ornamento de la iglesia pero son
estos en muy corto número. Este resfrío para el estudio de la Teología es bien
antiguo en la América. Los Padres Jesuítas a cuyo cargo corría el antiguo Co-
legio de San Martín de esta ciudad lo representaron al Rey, y pidieron que una
parte de las becas de merced se destinase para teólogos, porque dedicándose
casi todos al estudio de la Jurisprudencia, ya no había medio para promover el
de la Teología, mal [manchado] sensible, y contrario al estable... [manchado]
cho Colegio erigido para... [manchado] religión christiana y estirpar... [man-
chado]... atria. A consecuencia de este reclamo dispuso su Magestad lo que
consta de la Ley diez, Título veinte y tres del Libro primero de la Recopilación
de Indias concebida en los términos siguientes: «A nos se nos ha hecho re-
lación qe. habiéndose acostumbrado desde la fundación del Colegio de San
Martín de la Ciudad de los Reyes, que todos los colegiales profesen la Sagrada
Teología, por lo mucho que importa que los naturales de aquellas provincias
la estudien para que se ocupen en la extirpación de las idolatrías, y se ha intro-
ducido a admitir en el Legistas: y Canonistas: mandamos a nuestros Virreyes
del Perú que cumplan con nuestra intención en lo que toca a la presentación
de estas becas en la forma que las acostumbran proveer guardando, y hacien-
do guardar la constitución del Colegio».
En efecto se mandó por este Superior Gobierno que cierto número de
becas se confiriesen a Teólogos. No hay constancia del número fijo de las se-
ñaladas para Teología, sino solamente por un fragmento de un Indice de las
Providencias. En esta Superioridad se sabe que hubo tal Providencia. Aún se
mantiene en la memoria de muy pocos menos distantes de aquel tiempo, el
desaire que sufrió un Jesuíta Rector por la indiscreta entereza con que se resis-
tió poner en ejecución un Superior Decreto del señor Virrey que concedió una
beca teóloga a un Colegial legista. Este acontecimiento, y el tiempo que lo de-
vora fueron la causa de que las becas se diesen después indiferentemente. Con-
viene, pues sobre manera que de las diez y siete becas de merced a lo menos diez
se destinaran a favor de los Colegiales que se dediquen a la Teología, y que las
restantes se confieran sin sujeción a profesión alguna. El estudio de la Jurispru-
dencia no necesita este género de estímulo: hay otros bien poderosos y más que
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