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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de Toribio Rodríguez de Mendoza
            el Newtonianismo, que hace tanto uso del cálculo y el suceso acreditó esta
            verdad. Sin embargo la preocupación hizo fuerte resistencia calificando torpe-
            mente de inútiles las matemáticas pero el incansable empeño del Rector, los
            premios dados, y últimamente el gusto que iba tomando la juventud disipó
            este nublado de contradicción. Hizo más el Rector de San Carlos, y fué fundar
            una cathedra de matemáticas elementales. El Superior Gobierno que constan-
            temente ha protegido el Convictorio, y la Real Universidad, cuyo esplendor
            pendía en gran parte de los adelantamientos del Colegio patrocinaron el pen-
            samiento, y se rentó la Cathedra.— En este nuevo Plan de Estudios se designa-
            ron para la Filosofía la historia de ella por Heinecio, la Lógica y Etica del mis-
            mo: la Física, y Metafísica de Jaguier, y para las Matemáticas los elementos del
            Abad Parra. Publicóse por ese tiempo el curso filosófico del reverendo padre
            Celis ilustre miembro de la Religión de la Buenamuerte, única corporación
            religiosa que entró en el mejoramiento de los estudios, y siendo la citada obra
            del padre Celis más reducida que la de Jaguier, y que puede pasar por su com-
            pendio se adoptó el Celis para la Física, y Metafísica.— Por lo que respecta a
            la Jurisprudencia civil se hizo la innovación de que en lugar del Derecho ro-
            mano se estudiase el español, y en efecto se empezó y concluyó un curso por
            el compendio de las Partidas, pero la ausencia del Excelentísimo Señor La
            Croix y la oposición general, obligó al estudio de las Instituciones con los co-
            mentarios de Heinecio. Como se ha exigido para entrar en el estudio de la
            Jurisprudencia, y de la Teología el de toda la Fiolsofía, y este se ha recargado
            con los nuevos tratados de historia, y matemáticas, nunca se pudo lograr ad-
            quiriesen los jóvenes las demás nociones del Plan de Estudios. Para el estudio
            de los Cánones se adoptaron las Instituciones de Selvagio.— Para la Teología
            se prefirió el Compendio de Duhamel formado por el mismo de su obra gran-
            de con el Título de Sumario de la Teología para el uso de los Seminarios en
            cinco tomos en octavo. Las razones en que se funda esta preferencia son pri-
            mera, que dicha obra está escrita con limpieza, y aseo: Segunda porque reúne
            en poco espacio la Dogmática, Escolástica y Moral con un precioso Tratado
            preliminar sobre la Escritura Sagrada que ocupa un tomo y medio: la Tercera,
            y principal porque no es partidario de ningún Sistema. Los Sistemáticos se
            despedazan unos a otros, el Agustiniano es acusado de Jansenismo, el Moli-
            nista de Pelagiano, y aún el Tomista ha sufrido calificaciones odiosas pertur-
            bándose por esto la paz eclesiástica. Duhamel evita todos estos extremos libre
            de las trabas de jurar en palabras de otros; pero no habiéndose encontrado



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