Page 536 - La Rebelión de Huánuco. Vol 5
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Volumen  5
                           Documentos varios relacionados a eventos posteriores a la rebelión publicados por Eguiguren
            de la preponderancia de sus armas y de la entera conquista de la Península
            querían fuese esta misma la suerte de la América, trataron de tomar medidas
            de precaución y seguridad.
                    Ninguna les pareció más oportuna que la de erigir a Vuestro Real nom-
            bre, Juntas como las elegidas en estos Reinos; pero, por una inconsecuencia de
            principios; lo que aquí se proclamaba como demostración de patriotismo, allá se
            miraba como crimen de rebelión, y, bajo este concepto errado, injurioso y con-
            tradictorio, eran acusados y perseguidos todos aquellos que, por depravación de
            corazón sino por los más honrrados sentimientos de amor y fidelidad a Vuestra
            Real Persona, formaban Juntas semejantes a las penínsulares o pretendían esta-
            blecerlas en donde eran tanto más necesarias cuanto que la distancia favorecía al
            engaño, y el gran sequito del intruso debía imprimirles temores y desconfianzas,
            sin execeptuar a las mismas autoridades que, aquí llevaban la voz y nombre de
            Vuestra Majestad, fundadas tumultuaria y popularmente y destituidas de man-
            dato expreso de Vuestra Majestad, que solo aparecían en las actas de la Junta
            de Asturias, pero esta nunca pretendió dominar en América, ni aun con aquel
            moderado estilo con que lo hizo la provincia de Sevilla.
                    Cuando los americanos, a pesar de la vacilación de algunos Jefes, le-
            vantaron el grito contra el usurpador y aclamaron y juraron expontáneamente
            a Vuestra Majestad, fueron incitados al reconocimientos y jura del intruso, por
            medio de unas Cédulas y Ordenes autorizadas y comunicadas por los mismos
            Ministros y Consejos que poco antes estaban sirviendo a Vuestra Majestad y
            eran los órganos por donde se transmitían a Ultramar los Decretos de su legíti-
            mo Soberano Era asombroso el número de partidarios que, según los mismos
            papeles públicos de la España, tenía en ella el usurpador. Casi efimeros eran los
            Gobiernos que se erijian y sucedían. Y, cuando, entre las alarmas y execraciones
            del pueblo sevillano, se vió disolverse el más acreditado, a quien se imputaban
            los últimos males que sufría la nación, ¿sería prudencia el que aquellos remotos
            países abandonasen sus destinos y la causa de Vuestra Majestad a los sucesores
            de las Centrales tan mal notado en su disolución y cuando estos mismos fueron
            sus electores? Mal notados los miembros de la Junta Central, apenas nombraron
            sus sucesores cuando estos mismos los trataron y persiguieron como delincuen-
            tes ¿Y, a vista de esto, podrá graduarse sedición el que desconfiasen de ellos, las
            Américas y tratasen de no depender sino de Vuestra Majestad.
                    Este procedimiento era tanto más irreprensible cuanto que también di-
            manaba de la declaratoria de igualdad que habían hecho en favor de ellas los



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