Page 538 - La Rebelión de Huánuco. Vol 5
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Volumen 5
Documentos varios relacionados a eventos posteriores a la rebelión publicados por Eguiguren
Junta de Cádiz. Aun no se habian acabado de imprimirse (así dice) las Orde-
nes, cuando salió la de 22 de mayo, declarando apócrifo el Decreto de aquella
libertad y condenando a las llamas cuantos ejemplares se hubiesen impreso.
Tal era la preponderancia de la Junta desde que fué menester que mediase el
Embajador británico para que ella reconociese al nuevo Gobierno sucesor de
la Central y tal debía ser la cautela de Ultramar, para no aventurar su seguri-
dad a tantos vaivenes, nulidades y vicisitudes. Si el que obra bien no aborrece
la luz, a que fin reducir a los americanos a la miserable condición de no leer
sino los periódicos que envíase la Regencia y a no saber más sucesos que los
que ella quisiese.
Sin embargo de todo esto, la conducta de los nuevos Gobiernos que se
establecían y trataban de establecerse a nombre de Vuestra Majestad en aque-
llos países, estaba reducida a no reconocer con reconocimiento obedencional
a la Regencia, pero sin perjuicio de aquel con que, a pesar de la mala inver-
sión y falta de cuenta en los caudales procedentes de América, estaba siempre
pronta a nuevas erogaciones por la causa de Vuestra Majestad. Son cuantiosas
las gratuitas y voluntarias que salieron de aquellos territorios; pero, como la
Regencia nada aceptaba, si no precedía la ciega obediencia, y, faltando esta,
declaraba y hacia la guerra cerrada, por consiguiente, la puerta a las contribu-
ciones se abría a todas las calamidades de la lucha civil.
Molestaría demasiado a Vuestra Majestad si hubiese de exponer el su-
plicante, por menor, cual ha sido la conducta que han tenido con la América
los que han administrado el Reino durante la cautividad de V. R. P. y los males
que de ella han resultado a aquellas provincias. Y, si hubo algunos que dejasen
de conservar los derechos de Vuestra Majestad, todo el mundo es testigo de
que no procedieron expontáneamente sino irritadas, exasperadas y precipita-
das por los mismos administradores. Sin estas circunstancias ellas se habrían
desentendido de la manumisión o emancipación contenida en el Decreto de
14 de febrero de 1810; habría renunciado la Soberanía popular que declara-
ron las Cortes Extraordinarias; no habrían adoptado las máximas y principios
establecidos en su Decreto de 1 de enero de 1811, y en otros varios lugares
que han circulado por todo el Orbe, habrían cerrado los oidos a la inicua
alarmante doctrina que exigía haber de sucumbir todos aquellos Reinos a la
suerte que estos sufriesen, cualquiera que fuese; doctrina tan favorita que, aun
después de las campañas de Rusia y Arapiles, todavía la reprodujo en abril del
año próximo pasado, y el periódico titulado «Telégrafo Méxicano».
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