Page 89 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Huánuco de 1812
el extremo» y a los Rodríguez, comandantes de la indiada, los considera sin
importancia y simple instrumento de los sediciosos.
Endereza sus ataques contra los religiosos criollos y mestizos y contri-
buye a esclarecer su real participación en los sucesos. Advierte al Arzobispo
que el gremio eclesiástico de Huánuco «está manchado» y le recomienda que
elimine a «muchos clérigos y frailes y si no quiere hacerlo, por mi mano pro-
meto mandarlos con bastantes documentos para que no salgan de un encierro
perpetuo», porque «éstos han tenido la mayor parte de este asunto y lo tendrán
en todo lo malo si no se les hace mudar de suelo y se les castiga como se debe
y merecen»; agregando que si se investigase sus designios ocultos, se llegaría
a verificar que el Arzobispo «tenía en su metrópoli una nueva progenie de
curas». Sindica entre los autores de la rebelión a Durán Martel, pero lo califica
de «estúpido» y afirma que hasta hace pocos años era carpintero y no habría
hecho mucho sin su hermano de hábito, el agustino Villavicencio, «cuzqueño
que abominaba a la raza española». Sostiene Jado que éste último había sido
causante de una conmoción en Huamalíes contra el Subdelegado Bezares, y
que tenía gran influencia en la sociedad huanuqueña por su talento y facili-
dad de palabra. Lo acusa de director de los que componían la Junta, de haber
dictado los oficios de resistencia al Intendente y, con el P. Aspiazu, autor de los
pasquines y jefe de los primeros movimientos, afirmando que tenían compa-
ñeros en otras Provincias y en Lima. En cuanto al P. Ledesma, en concepto de
Jado, ayudó a escribir los pasquines, engañado por Aspiazu con el cual vivía.
Sindica a éste último como uno de los principales causantes de la rebelión y
que bien podría descubrir el origen remoto de la revolución, porque desde
tiempo atrás había difundido doctrinas de sedición. Relata que había fugado a
la costa y que si había ya tomado el camino de Quito, no lo prenderían porque
tenía mucho dinero para costearse un rápido viaje. Señala también la partici-
pación del cura huanuqueño, inter de Yanahuanca, D. Manuel Sáenz, indio de
origen y arriero antes de ordenarse, prosélito del P. Villavicencio y que actuó
de capellán de los rebeldes en el primer combate de Ambo, exhortándolos a la
guerra; y de otros curas, asimismo huanuqueños, como el P. Ayala, Fernando
Gaitán, Tomas Nalvarte y el Licenciado Ruiz.
Confirma Jado, por otra parte, la participación o la adhesión de todo
el pueblo de Huánuco en el movimiento insurgente, expresando que «hay muy
pocos en la ciudad que no sean cómplices», y que en Huánuco los propios sol-
dados mestizos decían que el movimiento revolucionario no era contra ellos
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