Page 317 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
            mas eminentes en la monarquía, por la elevación de su carácter, ciencia, y em-
            pleos, y a los ilustres enviados de otras potencias, me descubre el santuario de
            la justicia, las reglas del gobierno en todas las naciones, y el espíritu que rige a
            la nuestra, los ocultos resortes que mueven la máquina admirable del estado,
            los delicados límites del sacerdocio, y el imperio, los derechos del soberano,
            y vasallo, de la paz, y la guerra, la utilidad de la agricultura, y las provechosas
            ventajas del comercio, y todo da a mi espíritu elevación bastante para presen-
            tarse con distinción en las más respetables y augustas asambleas, para pensar
            con vuelo en las materias que ocurren y se ofrecen: para resolver con madurez,
            con ley, y con ejemplo, y proferir con sinceridad mi sentir y concepto.
                    Así logro ser oído con agrado, y merecen tal aceptación mis discursos,
            y algunas piezas de literatura que sobre diferentes puntos trabajo, y extiendo;
            que se me franquean las más honoríficas togas en las audiencias de Barcelona
            y Valencia. La cámara de Indias me sufraga para la de Charcas y no me olvida
            en consulta que hace para la sala del crimen de esta audiencia. El justificado
            ministro que despachaba, anterior a el pasado, los  asuntos del reino, indaga
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            mis inclinaciones sobre igual colocación en la de Quito; pero la sabiduría ocu-
            pa mi alma, y los cargos de honor no me merecen un deseo. Mi corazón no
            puede desprenderse de las ciencias, trocándolas por la fortuna y los empleos.
            El designio de mi viaje fue enriquecerme en luces; en efecto aumento mis co-
            nocimientos, mis votos son cumplidos, soy contento, olvido aquellas gracias,
            y vuelvo a fecundar el patrio suelo.
                    Bien conocisteis esos frutos de mi aplicación, sublimes genios a cuyas
            manos estaban confiadas en aquella época dichosa las riendas del gobierno del
            reino, y la dirección de la academia, cuando a porfía os apresuráis en emplear
            mi talento. No hablo de los informes que con frecuencia se me encomiendan,
            las continuas consultas, las secretas asesorías, la revisión de las mejores obras
            que en estos tiempos salieron de las prensas; sí del orden que me precisa a la
            Protección General de los naturales de este imperio. Yo lo acepto, y con fervor
            me encargo de la causa abandonada de los pueblos y digo: el juez es hombre;
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            para éste se hicieron los yerros; pero el malvado que se deja corromper sea
            devorado por el remordimiento, la voz triste del huérfano turbe su reposo, la
            sombra del desdichado a quien hizo derramar lágrimas inocentes, lo siga en
            el sepulcro, altere su ceniza, y la conmueva. Fijo mis ojos enternecidos sobre
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            7. El Excmo. Señor D. Frey Julián de Arriaga.
            8. V. el Hombre Moral por el Abad Crillon.


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