Page 316 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                             Oposición a la cátedra de Prima de Leyes de la Real Universidad de San Marcos de Lima
            abren las respetables puertas del santuario de la justicia: se me admite a esa
            honrosa profesión que a pesar de su exterior decadencia, es él noble órgano de
            la razón y la ley, y el ilustre cabildo, y recto Tribunal del comercio me eligen y
            nombran su asesor.
                    Hado feliz, tú favoreces mis inclinaciones. Los conocimientos que he
            adquirido, no bastan a llenar el vacío de una alma inmensa, y me abres en
            ambos mundos ese gran libro, en que lea con perspicuidad los más ocultos e
            importantes secretos. Tú me conduces a diferentes países, restituyéndome con
            más proporciones para el útil servicio de la escuela; me necesitas a abandonar
            el patrio suelo, en solicitud de esos descubrimientos, que si alguna vez fueron
            el fruto insípido de una penosa lectura, se encuentran mas perfectos, regis-
            trando los grandes espectáculos de la naturaleza, y los teatros decorosos del
            gobierno. Sí: me represento a Tales, corriendo la Asia, a Pitágoras visitando la
            India, a Platón registrando la Grecia, al célebre Quirini, transitando la Europa,
            y distinguiendo en ella a las gentes de verdadero mérito.
                    Sus ejemplos excitan en mi corazón iguales deseos: ellos me animan a
            emprender ese nuevo método de estudios y sin que me retengan los dulces la-
            zos de la familia y patria, sin que me embaracen los crecidos gastos, ni horro-
            ricen los grandes peligros, me resuelvo a estas dilatadas y curiosas correrías,
            semejante a esas fuertes encinas que en profundas distancias buscan los surcos
            propios, para su sustento. Mi sabio mentor es elevado a la mitra del Cuzco, y
            le acompaño en calidad de secretario de esa extendida diócesis. De allí vuelvo
            a seguir la riesgosa navegación, que me conduce a Europa, y llego a la flore-
            ciente corte del gran CARLOS TERCERO. Cuánta extensión recibió mi alma
            en esos varios, y laboriosos giros. Aquí observo la naturaleza en sí misma: veo
            diversas plantas, y examino su propiedad y efectos; conozco nuevos animales,
            y me informo de su servicio, utilidad y provecho; descubro por mis ojos el
            origen de muchas fuentes; toco los prodigios del reino mineral, y el arte de
            extraer los preciosos metales con que la América enriquece a uno, y otro He-
            misferio. Allá encuentro suspendido el curso de los colegios mayores, a donde
            mi aplicación me llevaba por los nuevos planes, que sabiamente se formaban
            entonces para la mejor enseñanza y aprovechamiento; mas no por eso dejo de
            abrazar otros medios de aprender. Visito, y consulto a los hombres más sabios
            del reino, y adquiero luces de que carecía: el trato y comunicación con gentes
            de diferentes lenguas, genio, y policía, me instruye en los diversos idiomas,
            usos y costumbres de los países cultos; la aproximación al trono, a los hombres



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