Page 314 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                             Oposición a la cátedra de Prima de Leyes de la Real Universidad de San Marcos de Lima
            diciéndole: llega al eterno templo del honor, escucha resonar tu nombre y tu
            memoria ensalzada por las aclamaciones, que le tributan el elogio, y respeto.
                    Así hablaba la inmortalidad, e inflamado a su aspecto cedo sin resis-
            tencia a la dulce y eficaz impresión de sus preceptos.  El amor a la sabiduría se
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            hizo la pasión dominante y favorecida desde mi tierna infancia, mi recreo los
            libros, los sabios mi embeleso. Visto la decorosa beca del distinguido Colegio
            de San Martín; pero las estrechas relaciones con un prelado ilustre, que por
            entonces dirigía el real Seminario (y que colocado hoy en el lugar honroso a
            que conduce el mérito, ve postrado a sus pies al inexorable destino vergonzo-
            so y confundido de no haberlo libertado del común tributo que pagamos a la
            muerte), me atraen y fijan en su seno.
                    Ya había tomado el gusto verdadero al idioma de las ciencias; a ese
            idioma, que es en orden a la sabiduría lo que la luz respecto los colores, y en
            cuyo esplendor y magnificencia se retrata la grandeza del romano imperio.
            Instruido digo por el año de 62 en los primores de la lengua de Augusto, me-
            nos por esas reglas comunes y didácticas, que bajo el yugo de una timidez
            supersticiosa sacrifican la nobleza, energía, y facilidad a la rigurosa exactitud
            de la expresión y el método, que por la lectura de los autores más correctos en
            su estilo, y pensamientos, y la observancia de esos antiguos maestros a quienes
            su decidida superioridad ha merecido con justicia ser propuestos a toda la
            posteridad por modelos; principio la carrera penosa de las letras.
                    El plan de mis estudios es sensato. La dialéctica que se me enseña no
            es una enredada combinación de términos, sino un arte seguro de pensar con
            acierto. La física a que se me dedica, no es la investigación de un mundo ideal,
            sino el atento examen de la naturaleza. La metafísica me da a conocer a el ente
            y sus diferencias. La ética me informa de las virtudes y los vicios sin fatigar con
            inútiles sutilezas a la mente.
                    Enriquecido con esos conocimientos, una nueva serie de objetos se
            ofrecen a mi indagación y desvelo. Mi genio se inclina con secreta propen-
            sión a las sagradas ciencias; el destino me conduce con peso irresistible a las
            profanas; y en este contraste de inclinación y fuerza, el Derecho Civil, y Canó-
            nico presenta la unión feliz, que tranquiliza mi aplicación fluctuante. El uno me
            descubre las venerables determinaciones de la Iglesia, el otro las sabias leyes de
            ese admirable imperio, que por la sublimidad de sus preceptos ha conseguido

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            4. Et iam magna mei sub terras ibit imago. Virg. Aeneid. lib. 4. vers.


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