Page 48 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-1
P. 48

Volumen 1
                                                                    Prólogo a la segunda edición























                              PRÓLOGO DE LA SEGUNDA EDICIÓN



                    El aporte de las guerrillas y montoneras en la guerra de la Indepen-
            dencia ha estado presente en la historiografía peruana republicana desde sus
            inicios. Si bien en el Bosquejo sobre el estado político, moral y literario del Perú
            en sus tres grandes épocas de Valdez y Palacios (escrito entre 1842 y 1843 y
            publicado de 1844 a 1846) la única mención a los guerrilleros independen-
            tistas es la alusión a «Ninavilca, jefe afamado de guerrillas, y montoneras que
            hizo terrible guerra a los españoles», puede apreciarse que el trabajo de Cór-
            dova y Urrutia, Las tres épocas del Perú (con pie de imprenta en 1844, pero
            terminado en 1845), no carece de algunas informaciones sobre los encuentros
            de Ricafort con los indios de Ataura y los guerrilleros de Canta; la persecución
            de La Serna por los guerrilleros tras evacuar Lima; la persecución de los gue-
            rrilleros a la división de Canterac por la quebrada del Chillón; el patriotismo
            de los morochucos; la presencia de guerrillas en Tarma y Castrovirreyna; las
            represalias realistas contra diversos pueblos del Centro; y el merodeo de los
            guerrilleros en Lima en 1824.
                    Casi al mismo tiempo, Bartolomé Herrera, en su célebre Sermón del
            28 de julio de 1846, reflexionó sobre el carácter de la lucha independentista. Si
            bien se había difundido la idea de que se trataba una restauración incaica, el
            orador se alegraba de que los indios no la hubieran interpretado así, pues en
            tal caso habrían desaparecido del Perú el cristianismo, la cultura española y
            los «hombres civilizados», estos últimos por aniquilación con «ferocidad sal-
            vaje» o en el mejor caso por expulsión: «Felizmente el mismo atraso mental en


                                                47
   43   44   45   46   47   48   49   50   51   52   53