Page 722 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 7
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Volumen 7
Causas criminales contra los rebeldes
observadores de las presentes inquietudes, se debe a mi lealtad la subsistencia
de esta ciudad por de nuestro Soberano.
Pero, sin embargo, siendo tan ofendente cualquiera duda sobre mi
buena conducta en esta parte, que pudiera resultar de las cavilaciones de mis
contrarios, me veo precisado a molestar la respetable autoridad de Vuestra
Señoría, suplicándole se sirva mandar comparecer ante sí a Don Manuel José
San Roque, Don Mariano Riquelme /.17v y Mariano de la Banda, para que
bajo de la gravedad del juramento respondan clara y abiertamente a las pre-
guntas siguientes.
1° Primeramente, digan si es cierto, que sabiendo yo que el Corregidor
de Tinta Don Antonio Arriaga, se hallaba en Tungasuca, pasé a verlo ha aquel
pueblo el día 5 de noviembre del año próximo pasado, solicitando la satisfac-
ción de tres mil pesos, que me debía, para proseguir la obra de los tres puentes,
que estaba construyendo en dicha provincia y si es cierto, que habiendo llega-
do a preguntar del Corregidor en casa de José Túpac Amaro, me dijo, éste es-
taba dentro, y que al acto de entrar por la puerta me sorprendieron los mozos
que para este fin tenía en un patio, tanto a mí, cuanto a un hijo mío y un mozo
tucumano, que me acompañaba. Y si saben que queriendo defenderme me
maltrataron de modo, que estuve a riesgo de perder la vida, arrojando mucha
sangre por la boca de resultas de los muchos golpes y patadas que me dieron.
Y digan todo lo demás que supieren sobre el asunto.
2° lten., bajo la misma gravedad del juramento digan Don Mariano
Riquelme, Silvestre Valer y Don Antonio Negrón si saben que el día nueve de
noviembre, que fue el anterior a la muerte de Don Antonio Arriaga, Corregi-
dor de Tinta, tuve dispuesto con estos testigos, mi mujer (que ya estaba presa
entonces) y mi hijo Don Tiburcio
Figueroa, el quitar la vida al traidor Túpac Amaro, atropellando los
graves riesgos que se dejan comprender, habiendo cargado a este fin veinte y
nueve fusiles, que me entregó para ponerles piedras y cargando un pedrero,
que había ya hecho conducir de mi hacienda el insurgente perteneciente a
Don Antonio Arriaga /.18 que me había encargado su fundición, cuando fun-
dí los que presenté a esta ciudad, digan etc.
3° lten, si saben que el referido pedrero lo cargué con martillos y pie-
dras, por no tener halas ni metralla, con la idea de abocarle a la puerta del si-
guiente patio, donde estaba preso el Corregidor y yo esperaba a Túpac Amaro,
dispuesto a matarlo de un bayonetazo, meterlo debajo de un colchón y salir
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