Page 613 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 7
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            poraque y para don Mariano Barreda, y habiéndose resistido a su propuesta le
            compelió a aceptarla diciéndole que si no lo hiciese lo sacaría de los infiernos
            y lo colgaría como al Corregidor Arriaga. Que en el pueblo de Chacacupi le
            manifestó los pliegos al doctor don José Villavicencio, cura de él y le pidió
            consejo sobre si los había de quemar o traer a esta ciudad, a que le respondió
            los trajese y los manifestase a su tío el doctor don Domingo Frías, canónigo
            de esta santa iglesia Catedral. Que en el pueblo de Catca hizo lo mismo con el
            cura de él, que habiendo llegado a esta ciudad a las cuatro de la tarde y hos-
            pedádose en casa de doña Gregoria Barrionuevo le manifestó a ésta los tres
            carteles, las tres cartas y el papel de pase de Tupa Amaro. Que doña Gregoria
            Barrionuevo comunicó el suceso al doctor don Nicolás de Oré, cura de Chal-
            huanca. Que éste lo llevó inmediatamente donde el Ilustrísimo señor Obispo
            de esta ciudad, a quien avisó de dichos tres edictos y cartas, manifestándole
            el uno de ellos y dichas cartas y de orden de su Ilustrísima fue despachado al
            cuartel, y de allí conducido a la casa en que se apeó a sacar los dos edictos que
            venían en los bastos del lomillo porque los soldados / . 46 no le sorprendiesen
            con ellos y entendiesen era traidor e inmediatamente los sacó del lomillo y los
            entregó a don Francisco del Rivero y éste al Comandante don Joaquín Valcár-
            cel.
                    En nada de esto se divisa culpa de mi parte. El haber recibido de Tupa
            Amaro los edictos y las cartas no fue delito, cuando lo ejecutó meramente con
            el fin de lograr por este medio la libertad, que se le prometía y evitar la muerte
            con que se le amenazaba si no lo hacía y sin la más leve intención de fijar los
            carteles como lo acredita la sencillez y llaneza de haberlos manifestado a los
            curas de Checacupi y Catca, a doña Gregoria Barrionuevo y al colegial Quispe
            Cabana, pidiéndoles consejo de lo que debía hacer y con él haber pasado don-
            de el Ilustrísimo señor Obispo manifestado con franqueza todo lo acaecido,
            declarado ante el Corregidor la existencia de los dos edictos en los bastos del
            lomillo, sacándolos de ellos y exhibido al Comandante Joaquín Valcárcel. Que
            si el hubiera procedido de malicia a nadie lo hubiera comunicado, de ninguno
            hubiera tomado consejo para lo que debía hacer y hubiera ejecutado lo que
            Tupa Amaro le previno de entrar en un hospital y hacer fijar por medio de
            un muchacho los carteles. Tampoco fue crimen el no haber exhibido inconti-
            nenti que llegó a esta ciudad los papeles en la Junta, porque como ésta estaba
            recien erigida y Castellanos venía de afuera no supo si había tal Junta ni ante
            quien debía manifestar los papeles y por eso consultaba a unos y a otros lo que



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