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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
Sobre lo quinto, sucede lo mismo. Escarcena no vino a esta ciudad
aquella noche de la estación de Piccho, en calidad de espía o explorador de
Tupa Amaro, sino con designio de presentarse ante la Real Junta y no lo pudo
conseguir por más esfuerzos que hizo a el efecto; no siendo otra la causa de
haberse aparecido al día siguiente enlodado en el campo del enemigo, cuyo
crédito es, que removido el embarazo y abierto el tránsito con la fuga del re-
belde, pasó incontinenti a la ciudad, se presenció públicamente en ella y ante
la Real Junta de Guerra; lo que no hubiera ejecutado si su propósito fuese el
de espiar o explorar la ciudad, antes bien, impuesto en el estado de las cosas
hubiera partido en seguimiento del rebelde. Es principio sentado de derecho,
que las deposiciones de los testigos, que consisten en el mero concepto o jui-
cio que ellos hacen de las cosas, aunque este sea para con ellos cierto e indu-
bitado, (palabra ilegible) nulas de ningún valor, ni efecto, y no merecen fe en
juicio, ni fuera de él. Y no siendo otra cosa lo que aseguran en esta parte los
testigos contra Escarcena, que un mero pensamiento de ellos, es visto que este
no hace fe, ni le perjudica.
Cuando Escarcena hubiese sido delincuente en algunos de los hechos
expresados, él como aparece de todo el cuerpo de autos, desertó voluntaria-
mente del ejército enemigo, se presentó ante la Real Junta de Guerra de esta
ciudad y pidió el perdón prometido en el bando en tiempo oportuno; y en este
supuesto se le debe declarar por comprendido en el indulto, sin que a esto obs-
te la contradicción del Abogado Solicitador Fiscal alegando que la pretensión
que hizo de si, fue aparenmente voluntaria; porque no se alcanza en que se
funde esta apariencia de voluntariedad y que no hubiese procedido Escarcena
con libertad en este hecho o que en él no hubiese obrado de buena fe.
Por la diligencia de fojas 26 consta que Escarcena se presentó volun-
tariamente bajo de las banderas de Nuestro Rey y Señor natural. Este es un
documento irrefragable y que no puede eludir con la ligera réplica de que alli
no hubo, sino apariencia de voluntariedad. Si Escarcena no vino, ni se presen-
tó en realidad voluntariamente ¿quién lo trajo por fuerza, quién lo apremió,
quién lo condujo prisionero al Cuartel? No hay, ni habrá quien esto asegure.
El Solicitador Fiscal pretende fundar su proposición en que consta de
los autos, que Escarcena la noche antes se apareció en el toldo mojado y enlo-
dado y que el día siguiente se vino a esta ciudad, de que infiere lo despachó de
espía el rebelde, por el ningún sentimiento que manifestó por la fuga, cuando
la había hecho con la de otros, de quienes no tenía tanta confianza y que de
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