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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            bastante caudal, quitando de otros pueblos ganados, así ovejuno como yacuno
            y robando casi por igual con el rebelde, que esto lo sabe por las muchas quejas
            que daban los vecinos de otros pueblos y que a éstos no se les atendía, como
            porque a una voz decían todos lo mismo que lleva expresado. Y que los más
            crueles y dañinos han sido en común todos los españoles o mestizos de dicho
            pueblo de Sicuani y particularmente los referidos Castelos, pues estos aún
            a los pasajeros les quitaban sus aguardientes, vinos, granos y otras especies,
            con que pasaban; Don Francisco Sucacagua; José Mamani; Ramón Ponce y
            otros a quienes no conoce por sus nombres. Pero que si está cierto, que todos
            los españoles vecinos de todos los pueblos que están a su favor le sirven de
            propio motuo y voluntariamente, cuyo comprobante es, que pudiendo estos
            venirse a esta ciudad libremente, no lo han hecho y han seguido al rebelde.
            Que también sabe, que entre las cargas que robó de Lampa, trajo unos cajones
            de cuchillos y navajas, las que repartió el rebelde en Tungasuca y el confesante
            tomó dos navajas, las que entregó a dicho Señor Mayor con el espadín que men-
            ciona /. 20v antecedentemente y unas tijeras largas de cortar papel, que tenía a
            su cuidado. Que también repartió a dichos sus indios en el expresado pueblo de
            Tungasuca mucha ropa de bayeta de la tierra que había robado. Que no sabe de
            otros sujetos que le hayan escrito de esta ciudad y que sólo le oyó decir una vez
            al rebelde, con motivo de varios indios iban con quejas de los mayordomos de
            las haciendas del Señor Ugarte, que no le tocasen a dichas haciendas, ni a las de
            Don José Picoaga y a las del Doctor Don Domingo Astete, porque eran de su
            parte; pero que si andaban con traiciones acabaría con sus haciendas y con ellos,
            pero que nunca vió el confesante papel, carta, ni que hubiese correspondencia
            de los caballeros referidos con el rebelde Tupa Amaro, ni lo oyó decir a persona
            alguna de las que tenía en su compañía, lo que debe hacer presente para no ser
            responsable ante Dios para descargo de su conciencia y que presume que el ha-
            ber dicho Tupa Amaro, cuando tuvo continuas quejas de que robaban los indios
            los ganados de las haciendas y hacían otros daños graves en ellas, el que no se
            tocase a las de los referidos caballeros fuese porque les estuviese inclinación
            por algún bien, que hubiesen hecho en anteriores tiempos /. 21 porque en los
            presentes no vió, ni reconoció el confesante que tuviesen correspondencia por
            escrito, ni de otra suerte con el mencionado rebelde; y que conoce por haber
            estado en esta ciudad cerca de tres años, que los enunciados sujetos son de
            distinción, de cristiandad, buenos y fieles republicanos. Y que esto es lo que
            debe declarar y cierra así difusamente la primera pregunta.



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