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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
[Continúa la confesión del encausado Escarcena. Enero 19, 1781] .
En la ciudad del Cuzco a diez y nueve días del mes de enero de mil
setecientos y ochenta y un años. El Señor Alcalde Juez de esta causa mandó
comparecer a José Esteban Escarcena de Villanueva, de quien /. 24 por ante mi
el presente escribano le recibió juramento y lo hizo por Dios Nuestro Señor
y una señal de cruz, según forma de derecho para decir la verdad, de lo que
supiere y fuere preguntado en esta su confesión que se continuó en la manera
siguiente:
En cuya virtud dijo, que tenía que añadir a la antecedente lo que
irá expresado. Que el primer día que estuvo en Tungasuca y le mandaron
escribir una esquela y orden, al pie de ellas puso el nombre de la mujer
del rebelde, a lo que se opuso dicho Banda y Diego Ortigoza, diciendo
que no convenía que el confesante firmase por ella y que solo Banda había
de firmar, como lo hacía en cuantas cartas y órdenes se escribían por la
mujer de Tupa Amaro. Que del mismo modo añade que en su confesión
tiene dicho saber de positivo y ciencia cierta que Tupa Amaro tenía íntima
correspondencia con el Escribano Don José Palacios y el Cura de Asillo,
Doctor Don José Marurí, y dice, que de dicho escribano solo lo infirió por
aquellas cartas que vió y confrontan con la que se le manifestó anoche y
leyó repetidas veces, pero que de dicho cura lo sabe como tiene dicho de
ciencia cierta. Que el mayordomo o indio de la hacienda de Cámara, fula-
no Argote, le escribía ofreciéndose él y a la gente de dicha hacienda, que
el rebelde había mandado concurriese con sus tropas. Y que, quien podrá
dar razón de otras correspondencias y confianzas es dicho Mariano de la
Banda, que era de la adicción de Tupa Amaro, como igualmente /. 24v Fe-
lipe Bermúdez.
Preguntado, qué número de armas de fuego u otras tiene el rebelde,
qué cantidad de pólvora y balas y dónde se hacían y fundían y a cuyo cargo
corrían, que cantidad le quedó cuando se retiró del cerro frontero al de
Piccho, dijo, que del número fijo de armas, como que corrían al cuidado
y dirección de Don Juan Antonio Figueroa podrá decir éste razón, como
igualmente de las cantidades de pólvora y balas, que las mandaba hacer
y corrían a su cargo; y que sólo si sabe que la pólvora que le quedó (que
ignora el número) fue inservible, por haberse mojado demasiado y que
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