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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            guardias, con cuya voz se libraron, porque ya tenían noticia de que habían
            zafado, y llegando a presencia de dicho rebelde y su mujer, lo agarró al confe-
            sante y le dió un abrazo, diciéndole que de él había tenido mas sospecha, que
            de su escribiente Mariano de la Banda, que aquella tarde se vino para esta
            ciudad, pero que había sido hombre formal y le convidaron un vaso de vino,
            pero como siempre tenía la intención de venirse se dispuso de mulas y puso su
            toldo, lejos del de Tupa Amaro y advirtió a su mujer, otra vieja, que traía en su
            compañía y a un muchacho que tenía a su cargo, de los que escaparon en San-
            garará, para que previniesen todas sus cosas y venirse al tiempo de que ellos
            tomasen su derrota, que su mujer estaba en el toldo del confesante y él en el de
            Tupa Amaro, y estando allí vinieron a avisar que iban soldados de esta ciudad
            y oyendo el rebelde esta voz, mandó que trajesen sus mulas y cargasen las
            cargas, y le entregó al confesante un espadín, diciéndole vamos de pronto que
            traigan nuestras mulas de sillas, pero que no sabía en aquella hora, para donde
            era el destino, porque decía el rebelde, que iba en al /. 10v cance de su herma-
            no Diego Tupa Amaro y su otro escribiente nombrado Felipe Bermúdez, a
            quienes había despachado con muchas firmas en blanco para las provincias de
            Calca y Paucartambo, con el fin de que condujeran toda la gente de ellas, res-
            pecto de que le trajeron noticia verbal de que eran presos; y también decía que
            se iría primero a dar encuentro a los de Paruro, que también habían salido a
            cercarlo; y estando a mula con su mujer y demás familias, le dijo al confesante,
            que caminase breve, lo que le respondió que no tenía mulas y que se las diese
            y entonces le volvió a decir las buscase, y se fuese con las cargas, pero como
            estaba con la ansia de venirse a esta ciudad, trató de cargar su carguita y ensi-
            llar las demás mulas que tenía prevenidas y se vino por dentro del río que baja
            por Piccho y entró a eseta ciudad sin que persona alguna le hablase palabra, ni
            aún en la entrada y saliendo casualmente la tía de su mujer, quiso atracarla y
            tomar las mulas que traía de vacío, lo que no permitió el confesante y siguien-
            do la calle derecha del hospital entró tomando noticia de la persona a quien se
            presentaban al cuartel o casa donde está el Señor Mayor Don José Varela, ante
            quien se presentó con /. 11 su mujer y al tiempo de hacerle presente, cuanto
            traía el confesante, le estorbó dicho Señor a quien le replicó diciéndole que
            convenía se vicie todo, como en efecto le mostró lo mismo que traía entregán-
            dole al mismo tiempo una carta y un testimonio de la Junta de Guerra, que
            había hecho en la ciudad de Arequipa, la que remitían con un expreso que
            mereció aprehenderlo dicho rebelde y también a dicho propio lo puso presen-



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