Page 183 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 7
P. 183

Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            sen a sus pueblos y al cabo de los ocho días volviesen bien armados, con sus
            garrotes y hondas y bien aviados, para cuyo efecto escribió a los caciques de
            los respectivos pueblos que componen las dichas provincias a fin de que nin-
            guno dejase de volver a dicho Tungasuca, pues determinaba seguir de una vez
            su empresa y entrar a esta ciudad y que los indios de los pueblos de Lampa,
            Cabana, Cabanilla y J uUaca, no se moviesen y sí estuviesen a la mira de si
            venía alguna tropa por la parte de Arequipa o Puno, para darle guerra. Y con
            efecto a los ocho días vino toda la gente con sus caciques y siguió su camino
            que tenía determinado. Que la primer paseana fue en la pampa de Sangarará,
            de donde fue a un cerro /. 6 Y de allí a la mañana tomó la determinación de ir
            él con la mitad de los indios que traía por la quebrada de Quiquijana y que su
            mujer se fuese por los altos a esperarlo en Yanacocha u Ocororo y tomando el
            camino por dicha quebrada llegó al pueblo de Guaro y entrando en él, no ha-
            lló en él al Cura, ni ayudante, por lo que mandó a uno de los sacerdotes que
            llevaba en su compañía (que eran dos) a quienes no conoció el confesante por
            sus nombres, pero si los volviera a ver los conociera. LIamáse a los sacristanes
            y entrase en la iglesia, se vistiese de capa de Coro y le sacáse el agua bendita
            para entrar en ella, en efecto el sacerdote lo hizo asi, entró en la iglesia y man-
            dó que la registrasen toda y viesen si había algunos soldados de los de esta
            ciudad ocultos, porque corrió la voz, de que habían ido hasta allí y no habien-
            do alguno se volvió a salir al cementerio donde les empezó a predicar a los
            indios de aquel pueblo y a los que llevaba, que hasta ahora no hahía conocido
            a Dios. ni sabían quien era, que sólo tenían por dioses a los ladrones de los
            corregidores y a los curas, y que el venía a poner remedio en ello, que en ade-
            lante no había de haber repartos alcabalas, mitas de Potosí, obvenciones, ni
            aduana y que habían de vivir libres y sólo le habían de pagar a él los tributos.
            Que sabe el confesante está cobrando el rebelde, por varias cartas que a este
            asunto les escribió a los caciques de la Provincia de Lampa y Azángaro; y ha-
            biendo acabado la exhortación en la forma referida dicho Tupa Amaro, mon-
            tó en su mula y siguió /. 6v el camino y antes de llegar a Pucuto, mandó que
            uno de sus hijos nombrado Hipólito, otro hermano suyo nombrado Manuel y
            su cuñado Antonio Bastidas, fuesen a ponerse de centinelas, a fin de que no
            hiciesen los indios el daño que habían hecho en otras casas y chacras. Que el
            confesante siguió a dichos comisionados y llegando a la casa de dicha hacien-
            da de Pucuto. le esperaron a su hijo con un caballo aguililla y bastante alfalfa
            para las mulas; y llegando el rebelde los salió a recibir un Clérigo Don fulano



                                               182
   178   179   180   181   182   183   184   185   186   187   188