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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
sen a sus pueblos y al cabo de los ocho días volviesen bien armados, con sus
garrotes y hondas y bien aviados, para cuyo efecto escribió a los caciques de
los respectivos pueblos que componen las dichas provincias a fin de que nin-
guno dejase de volver a dicho Tungasuca, pues determinaba seguir de una vez
su empresa y entrar a esta ciudad y que los indios de los pueblos de Lampa,
Cabana, Cabanilla y J uUaca, no se moviesen y sí estuviesen a la mira de si
venía alguna tropa por la parte de Arequipa o Puno, para darle guerra. Y con
efecto a los ocho días vino toda la gente con sus caciques y siguió su camino
que tenía determinado. Que la primer paseana fue en la pampa de Sangarará,
de donde fue a un cerro /. 6 Y de allí a la mañana tomó la determinación de ir
él con la mitad de los indios que traía por la quebrada de Quiquijana y que su
mujer se fuese por los altos a esperarlo en Yanacocha u Ocororo y tomando el
camino por dicha quebrada llegó al pueblo de Guaro y entrando en él, no ha-
lló en él al Cura, ni ayudante, por lo que mandó a uno de los sacerdotes que
llevaba en su compañía (que eran dos) a quienes no conoció el confesante por
sus nombres, pero si los volviera a ver los conociera. LIamáse a los sacristanes
y entrase en la iglesia, se vistiese de capa de Coro y le sacáse el agua bendita
para entrar en ella, en efecto el sacerdote lo hizo asi, entró en la iglesia y man-
dó que la registrasen toda y viesen si había algunos soldados de los de esta
ciudad ocultos, porque corrió la voz, de que habían ido hasta allí y no habien-
do alguno se volvió a salir al cementerio donde les empezó a predicar a los
indios de aquel pueblo y a los que llevaba, que hasta ahora no hahía conocido
a Dios. ni sabían quien era, que sólo tenían por dioses a los ladrones de los
corregidores y a los curas, y que el venía a poner remedio en ello, que en ade-
lante no había de haber repartos alcabalas, mitas de Potosí, obvenciones, ni
aduana y que habían de vivir libres y sólo le habían de pagar a él los tributos.
Que sabe el confesante está cobrando el rebelde, por varias cartas que a este
asunto les escribió a los caciques de la Provincia de Lampa y Azángaro; y ha-
biendo acabado la exhortación en la forma referida dicho Tupa Amaro, mon-
tó en su mula y siguió /. 6v el camino y antes de llegar a Pucuto, mandó que
uno de sus hijos nombrado Hipólito, otro hermano suyo nombrado Manuel y
su cuñado Antonio Bastidas, fuesen a ponerse de centinelas, a fin de que no
hiciesen los indios el daño que habían hecho en otras casas y chacras. Que el
confesante siguió a dichos comisionados y llegando a la casa de dicha hacien-
da de Pucuto. le esperaron a su hijo con un caballo aguililla y bastante alfalfa
para las mulas; y llegando el rebelde los salió a recibir un Clérigo Don fulano
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