Page 734 - La Rebelión de Túpac Amaru II - Vol-6
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Volumen 6
                                                         Causas criminales seguidas contra los rebeldes
                 (rubricado)
                    Dice el Corregidor que si sirven fiadores de la provincia los proporcio-
            nará al punto que se le avise, pues si este padezca, cuando le consta por todos
            lo mucho que padezco con el traidor.
             [Extensa exposición que en defensa propia hace Francisco Cisneros].


                    /.8    Excelentísimo Señor:

                    El obsequio que hacían a Cristo las villas y ciudades . era exponerle los
            enfermos, para que los sanase, díganlo los diez leprosos y el ciego de Gericó,
            porque a quien viene a dar la salud el mas adornado hospedaje, es ofrecerle
            necesitados que la reciban. Ha venido Vuestra Excelencia a esa gran Corte
            Peruana, según pluma de Malaquías, como Cristo a la de Jerusalén, expar-
            ciendo justicia y sanidad y yo salgo enfermo en la desgracia, ofreciéndome
            desde luego en quien ejercite su piedad con solo sacudir sobre mi las alas de su
            patrocinio, sin faltar a la justicia. Sin embargo, de ésta me tiene abandonado
            por el tesón con que supe defender la regia jurisdicción en cierta competencia
            abierta por la Curia Eclesiástica, por ser yo íntimo familiar del Corregidor
            Arriaga.
                    A este infeliz caballero se le prehendió por el traidor Tupa Amaro y
            sus influyentes la noche del cuatro de noviembre y a mi el siete del mismo, en
            la distancia de cuatro leguas de Tungasuca, regresando de Pichigua, a donde
            me había dejado el Corregidor para la recaudación de tributos llamándome
            prontamente a aquel pueblo por su carta, que después se falsificó ser ideada y
            falsa por Felipe Bermúdez, plumario del Corregidor, cuyo ejercicio seguía con
            el rebelde; y sin embargo, de esta orden, dió otra el sedicioso a los insurgentes,
            para que sin escusa ni pretexto, me llevasen a su presencia con un par de gri-
            llos. Ejecutáronlo así y aún excedieron el orden, que pedido por mi se dijo era
            del Rey.
                    /.8v   Púsome en un tenebroso estrecho calabozo, con todos los apa-
            ratos que indican el último suplicio para el díez del mismo, que no se ejecutó,
            por ser el patíbulo de escasa longitud para dos sujetos y sólo lo sufrió el Co-
            rregidor, diferiéndose mi muerte para el diez y siete del referido, que no tuvo
            efecto por haberse empleado el traidor en el saco de las provincias inmediatas;
            pero los indios siempre vigilaban a cortar el último aliento de mi vida incesan-
            temente, manteniéndome preso cinco meses con la misma estrechez que hasta



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