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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
del tiempo que me mantuvo preso el traidor. Practiqué la presentación el día
doce de junio y en diez y seis de julio se me intimó sentencia de extrañamiento
al reyno de Chile y lo mismo a Molina, con la calidad de que para regresar a él
había de dar fianza, para cumplirlo en el término que expresa.
Esta inesperada resolución, según mi causa, me sorprendió, pero sin
embargo, respondí suplicaba de ella por verme injuriado y mi dilatada familia
desamparada y pendientes varios asuntos pertenecientes a Real Hacienda, que
puso a mi cuidado el Corregidor Arriaga; y otros particulares míos, que no
podía evacuar en el término de cuatro meses, que se me concedían para ello,
y más estando mi familia en distancia de veinte y cinco leguas, pero sin em-
bargo, solicité /.11v con eficacia fiador; y aunque logré algunos, se rechazaron
injustamente por el Escribano de la causa no obstante su aptitud, porque no
faltó eclesiástico que perturbase la actuación, llenando el Cuzco de especies
poco decorosas a mi honor.
En esta deplorable escena, me hallaba en mi arreslo, cuando la ima-
ginación me presentó la idea segura de interponer a la Real Sala, que corres-
ponde, lo que no llegó a práctica a causa de que el Señor Visitador se ausentó
cuatro días antes de cumplirse el termino en que debí hacerlo, sin que el Señor
Oidor tuviese, según me expresó más facultad, que la de recibir fianza.
Nuevamente se me llenaron de lágrimas los ojos y de angustías de co-
razón, pero habiendo aprendido ya en la escuela de mis desdichas a ser infeliz,
quise saber, sí como los que lo son, me servía de algún consuelo ver hasta
donde llegaba la adversidad de mi suerte.
Para esto emprendí desamparar el arresto, a mi modo de pensar poco
justo; y como éste no fuese riguroso lo conseguí la noche del 23 de julio a las
seis y media de la atarde, por la puerta principal, sin impedimento ni cohecho
alguno.
El día 24 hice expreso al Corregidor de Tinta, una legua del Cuzco,
dándole noticia, como había yo desalojado el cuartel y que pasaba a Sicuani
a mi casa, a solicitar el auxilio que no encontraba por acá y pasar inmedia-
tamente a ponerme en presencia de Vuestra Excelencia. Este aviso sirvió de
fiscal a mi desgracia y me mandó prehender cinco leguas antes de mi vecindad
y me remitió preso al Cuzco, donde padezco lo que preparó mi inadvertencia.
Hágase un paralelo de mis padecimientos y sentencia de muerte dadas
por el mi familia y bienes robados y se encontrará cuanto excede la pena a la
culpa, para que la piedad de Vuestra Excelencia mitigue el ardor de mi senten-
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