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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
mandó se me doblasen guardias y pusiesen grillos, por no haber dado curso
a que los herreros y fundidores hiciesen rejones y fundiesen cañones, pues
para ello había dejado orden las ahorcasen si resistían; y habiendo sacado seis,
reparó estar el uno (palabra ilegible) /.10 y preguntándome el traidor, que qué
remedio tenía, respondí, que sólo el de fundirlo, lo que no se ejecutó por no
haber leña para ello.
Igualmente me mandó le entregase los cartuchos y balas, que debía
haber mandado hacer en su ausencia, por la tarea que me había señalado y no
habiendo encontrado los que él ideaba me disculpé con que no había pólvora,
ni plomo para ello.
Los seis cañones, que tenía en esta ocasión el traidor fundidos, al prin-
cipio por Miguel y Juan Córdova, fundidores de Azángaro, se los clavé en Tin-
ta, antes de su ida a Paucartambo, cuya pesquisa, hizo, pero no pudo averiguar
quien lo había hecho, en medio de que le aseguraban sus hijos, era obra mía.
Consta de la causa.
El rebelde para la ida a Paucartmbo. no tuvo más que cuarenta y siete
armas de chispa, la mayor parte inútiles, que había puesto en el cuarto de mi
prisión sin poderlos yo resistir; y las útiles las tenía yo cargadas con tierra, con
la bala primero que el cartucho, otras y algunas con balas de estaño, tornillos
menos o sin piedra, en que corrí gran riesgo, cuando de su orden se entrega-
ban, porque se las manifestaban los soldados a quienes esto es, a los de con-
fianza, que si las habilitaba el rebelde, pusiesen la puntería muy alta, de modo
que no hiciesen muertes, lo que se vió cumplido porque se volvió en términos
de fugitivo.
Es constante, que con aspereza me mandaba dictase a su presencia
algunas cartas y otros papeles de corto momento y que solo de consideración,
fue la que se escribió a la Junta con los primeros comisarios y un edicto para
Arequipa, dando él los puntos a que se debían contraer, pues aunque se le
tenía por indio poco instruído en esos particulares, lo contradicen las que el
rebelde escribió desde Pucacasa al Señor Avilés; a Mariano, su hijo; a los ca-
ciques de las provincias de arriba; a su mujer y otros papeles y respuestas que
dió estando, preso, y se conocerá si necesitaba ajeno espíritu para ellas.
/.10V Desde principios de marzo, le dí a tomar eficaces arbitrios para pre-
hender o matar al traídor, dando armas para ello a Don Francisco Molina,
Don Miguel Zamalloa, Don Jacinto Yuber y a los eclesiásticos Don Manuel de
Boza y Don José Sahuaraura, a quienes descubrí la intención, para que ellos la
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