Page 729 - La Rebelión de Túpac Amaru II - Vol-6
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
(rubricado)
José de Quirós
(rubricado)
[Declaración del testigo Miguel Zamalloa].
Y luego inconteninenti, hice comparecer a Don Miguel /.3v Zamalloa,
vecino de este referido pueblo, del cual recibí juramento en forma y conforme
a derecho; y siendo por mi preguntado acerca de la sujeta materia, dijo: que
en el mismo día que llegó al pueblo de Tungasuca, con los demás convocados
de este pueblo y los demás de la Provincia (en vista de la firma de su Corre-
gidor Don Antonio Arriaga, difunto) en este mismo, vió que a pocas horas
entró el rebelde Diego Tupa Amaro (hermano del primero) trayendo a Don
Francisco Cisneros engrillado y atormentado de los indios. Dice asimismo,
que después que pudo zafar de la opresión del tirano y estando enfermo en
este pueblo, cosa de un mes, volvió a ser llevado con fuerza y violencia al re-
ferido de Tungasuca. Vió asimismo, a dicho Cisneros siempre preso y opreso,
instigado de los indios, en tal manera que otro día, rompiendo las paredes y
el techo de la pieza de su prisión, en la casa del rebelde, procuraron matarlo; y
que un Doctor Bejarano, paucartambino, que estaba en la ocasión allí de Cura
Teniente y Don Laureano Mendoza, sicuaneño, y él, pudieron contener a los
indios a fuerza de ruegos y humildades. Dice, asimismo, el que dicho Cisne-
ros (inspirado de su lealtad y sofocado de sus padecimientos) convocó a ocho
eclesiásticos y a varios seglares de éste y otros pueblos, y entre ellos él, para
matar al rebelde, dando el arbitrio de romper de un cañonazo disparado {de
las piezas que se guardaban en el mismo cuarto de su prisión, con pertrechos
de pólvora y balas) a las ventanas que caen /.4 a la plaza; y que puesto en ma-
niobra el proyecto, a cosa de las once de aquel día, no se logró el afecto, porque
inmediatamente a el cañonazo disparado cayó el rebelde con todos sus indios
y entre tanta turbación pudo solamente Cisneros, disuadirlo de la traición,
que conceptuó, diciéndoles, que fue travesura de un muchacho; y sin embargo
de ello creció en el rebelde la ojeriza y rencor, tanto que pasó a apresarle a la
mujer y familia, acumulándole el que ella les pasaba las cartas de su marido a
los corregidores del Cuzco y de las provincias; y que siempre le conminaba la
muerte y que si la dilataba, era con el fin de ejemplificar la atrocidad) el cas-
tigo. Con lo cual acabó su declaración y siéndole por mi repetida, dijo estar
buena y verdadera, y que no tiene que añadir, ni quitar, so cargo del juramento
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