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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            la ferocidad de la muchedumbre de indios que les atacaron sin cesar; y aunque
            encontraban en los nuestros una resistencia que parecia incontrastable, no por
            eso dejaron de redoblar todos sus esfuerzos, con una porfia y arrojo que no es
            imaginable, sino á quien estuvo presente para admirarlo.
                    95. A vista de esto, el capitan de caballeria, D. Andres Calisaya, con
            parte de la suya, y haciendo un giro por la parte superior de la villa y el castillo
            de Guanzapata, se arrojó en Orcopata por medio de la multitud de los enemi-
            gos, y á costa de una accion tan atrevida, consiguió el sorprenderlos, y que-
            dando como atónitos, dieron á los nuestros un breve intérvalo para tomar al-
            gun aliento de tan continuada fatiga, y volver á ello, como sucedió muy presto;
            porque, frustrados sus conatos por la misma trinchera, intentaron buscarle la
            entrada por otra parte, y deshaciendo paredes con barretas, que trajeron para
            el efecto, penetraron hasta las espaldas del sobredicho Tambo de Santa Rosa,
            y pusieron fuego á las viviendas de aquel mismo lado, que ya tenian como por
            suyo. Pero aun de allí fueron desalojados sin tardanza por el ayudante mayor
            y su piquete, y se cortó el incendio, antes que se comunicase á lo restante del
            edificio.
                    96. El Comandante de artillería, D. Francisco Vicenteli, atento hácia
            todos los puestos que se veian en mayor peligro, hacia un fuego concertado y
            vivo desde la plaza, que los amedrentó mucho; y á espensas del escarmiento
            que les dictaba el estrago de sus compañeros, fueron poco á poco retirándose
            de las orillas de la poblacion por las faldas de la montaña. D. Antonio Urbina
            hizo igualmente fuego continuado desde el expresado castillo de Guanzapata,
            y contribuyó mucho á embarazar que cargase toda la multitud de indios, que
            se aplicaban á forzar las trincheras de Monasterio y Barreda, que como poco
            sólidas, se hallaban las mas espuestas. La de Santa Bárbara, al cuidado de D.
            Martin de Esquiros, hacia fuego con mas frecuencia para el lado de la caballe-
            ria contraria con la nuestra, ayudada una y otra de los honderos de á pié que
            ambos traian, con un cuerpo de infantería que apoyaban.
                    97. De la trinchera, ó pequeña fuerza de las cuatro esquinas de la casa
            del cacique D. Anselmo Bustinza, se les hizo fuego con un cañon, fundido á
            su costa, que descubre por la calle recta parte de la campaña; y con esto no
            solamente no se atrevieron á internarse adentro, sino que se evitó el que in-
            cendiasen todo este barrio: como lo hicieron por los contornos del Tambo de
            Santa Rosa y por las espaldas de la iglesia de San Juan, que por estar no solo
            fuera, sino distantes de las trincheras, no pude conseguir su abrigo, á pesar del



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