Page 268 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen  4
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            de llegar para socorrernos. Debieron de hacer la estimacion que excitaban
            fuerzas tan superiores, y declarándose con el hecho insuficientes para aguar-
            darlas, huyeron aquella noche, y amaneció en grande silencio todo el campo y
            montañas, que habian ocupado mas de 15 dias.
                    105. Con este conocimiento pude salir de la plaza y marché bien tem-
            prano á rendir personalmente al Sr. Inspector, y demas oficiales de la tropa,
            que habia campado como una legua distante, los debidos respetos á su ca-
            rácter, como lo habia hecho la tarde anterior por medio de uno de los mios.
            Con esta ocasion y la noticia de la fuga de los enemigos, esplicó el espresado
            Sr. Inspector su resolucion de retroceder: y sin oponer á ella razon alguna,
            por entonces pedí unicamente á Su Señoria se tomase la molestia de bajar á
            la plaza, para que se impusiese ocularmente del estado en que se hallaba. No
            accedió á ello, porque se hallaba indispuesto; pero mandó que bajase el Sr. Co-
            ronel de ejército, D. Gabriel de Aviles, como lo hizo en efecto aquella mañana,
            acompañado de otros muchos oficiales de la primera distincion.
                    106. Despues de haber visitado la matriz, y recorrido las trincheras,
            tomó la vuelta al campamento, y habiendo ido por allá poco despues, encontré
            que muchos de los señores eclesiásticos, que se habian recogido á esta villa,
            unidos á los curas del lugar, estaban allí, y habian suplicado al Señor Inspector
            se sirviese proporcionar el auxilio que tuviese por conveniente para la defensa
            del pueblo: con cuya ocasion tuve lugar de proponer de mi parte el pensa-
            miento de perseguir á los enemigos por la provincia de Chucuito, indicando
            en su apoyo los abundantes abastos que se encontrarian en ella por la tropa,
            y muchos pastos para la caballeria y demas bestias de servicio, y sobre todo
            la prudente esperanza de que los indios, al verse en los peligros de perecer,
            y ver tan de cerca los amagos del castigo, entregasen á Catari su gefe, ú otro
            cualquiera que los mandase, como lo egecutaron en el mes pasado los del
            pueblo de Acora, con la persona de Isidro Mamani, y otros capitanes suyos
            que habian puesto en manos de Su Señoria, cuando retrocedieron derrotados
            despues del ataque de esta villa.
                    107. Sobre cuyo particular mandó Su Señoría juntar los oficiales de
            la tropa, para oir sus dictámenes en el asunto: y habiéndose discurrido varia-
            mente como entendí despues, segun los diferentes aspectos que presenta la
            materia, fuí por último llamado á la junta, para que diese noticia del estado
            en que se hallaban las provincias de arriba, y digese si contemplaba suficiente
            auxilio el de 100 hombres para continuar la defensa de este pueblo. Respondí



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