Page 264 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen 4
Conclusión de la rebelión
92. Tomó aquella noche del 11 el mismo cuidado y precauciones que
la precedente, cuando á eso de las 2 de la mañana vino aviso del castillo de
Guanzapata, de que bajaban los indios. Ocurrí al instante, y puesta luego la
tropa sobre las armas, salí de la plaza, y marché al castillo sobredicho, para
informarme por mí mismo del verdadero designio de los enemigos; los cuales
verdaderamente estaban sobre las faldas de las montañas, dando voces que
se correspondían. Por cuyo motivo nos mantuvimos atentos hasta las 6 / de
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la mañana, en cuya hora distribuidos por todos lados, y con un movimiento
universal de ambos cuarteles, empezaron el cuarto ataque con la mayor des-
esperación y ferocidad, y con un ademan exterior que indicaba muy bien la
confianza que los animaba de vencernos aquel dia.
93. No obstante, aunque el continuado movimiento y cuidado de las
noches y dias anteriores tenia bien fatigada mi gente, la encontré en buena
disposicion para egecutar las órdenes que se les comunicaron: y con efecto,
señalando á cada oficial, con sus compañias y piquetes respectivos, los puestos
y trincheras en que debian mantenerse, lo cumplieron con brio y puntuali-
dad, y de este modo se consiguió el favorable éxito que se dirá. Los enemigos
acometieron por todos lados; pero sus principales esfuerzos los dirigieron á
las trincheras del cuidado de D. Francisco Barreda, y del capitan D. Juan de
Monasterio, y el alferez D. Juan Cáceres, porque sin duda reconocieron desde
el dia antecedente, que ya estaba abandonado el castillo de Santiago, como
queda referido; cuyo fuego los acobardaba antes, embarazándoles el acercarse
demasiado, como lo egecutaron este dia, avanzando, y arrojándose á ellas con
bravura, aun á vista de las muchas veces que fueron rechazados. Por las espal-
das de la iglesia de San Juan, acometieron igualmente con el mayor empeño,
pero los contuvo el teniente de fusileros, D. Francisco Sea con su piquete, y la
caballeria de Caracoto y Juliaca, y los honderos de estos mismos pueblos, que
mandé apostar allí desde los principios.
94. A la trinchera de D. Juan Cáceres repitieron sus ataques, porque
siendo realmente débil, habian logrado deshacerla desde el jueves, y aunque
se repuso en alguna manera, se persuadieron que por allí se abririan la puerta
que deseaban para lo interior de la villa. Me fué preciso auxiliarla, y destaqué
algunos del piquete del capitan, D. Juan Victores Fernandez de la Reguera,
(que defendia otra trinchera) con algunos del capitan, D. José de Toro, y el
ayudante mayor, D. Francisco del Castillo, con el que tenia de reserva para
iguales ocurrencias. Todos ellos tuvieron mucho que trabajar, para quebrantar
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