Page 262 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen 4
Conclusión de la rebelión
86. Por las espaldas de la parroquia citada de San Juan, donde tenia
destacado el primer teniente de fusileros, D. Martin de Sea, con una compañia
de lanceros, y su respectivo piquete de fusileros, acometieron los indios con
increible desesperación y fuerza, y lograron en aquel primer violento ímpetu
con que embistieron, el romper á los nuestros, los cuales retrocedieron ame-
drentados, y, con el mayor desórden, á las calles interiores de la villa, poco
despues que la caballeria, acosada de los contrarios, hui a del mismo modo,
dejando á los fusileros y lanceros, como costados á sus espaldas.
87. Entonces me acerqué á ellos y los detuve, disipando en pocas pala-
bras su temor y desconfianza. Les hice volver sobre los enemigos que ya cruza-
ban las primeras calles, y en especial la que vulgarmente llaman de Puno, y las
otras que atraviesan. Murieron allí dos ó tres de los mas osados, y recobrados
los nuestros de su desaliento, y estimulados con el egemplo de brio y esfuerzo
del citado teniente de fusileros, y de los capitanes de caballeria, el cacique D.
Andres Calisaya y D. Felipe Sea, hijo del primero, cargaron sobre los demas y
los rechazaron hasta fuera, matando muchos en el alcance, mientras yo, des-
pues de reponerlos al ataque, ocurrí á auxiliar la trinchera citada de Santa
Rosa, que defendia valerosamente el alferez de fusileros D. Juan Cáceres.
88. A los principios del ataque, sucedió la desgracia de haberse incen-
diado por inadvertencia la pólvora que habia en el castillo de Guanzapata, con
daño de cinco o seis que quedaron muy lastimados: con cuya novedad desta-
qué al segundo teniente de fusileros, Don Evaristo Franco, con su piquete de
fusileros que conserbava de reserva en la plaza, para que auxiliase á Urbina,
que levemente maltratado, se mantuvo con dos ó tres á su lado. Entrada un
poco la tarde, avanzaron los indios este castillo con tanta ceguedad, que lle-
garon casi hasta sus cimientos; pero los retiró bien presto la descarga de un
pedrero, que se les hizo con metralla, y les quedó poca gana de acercarse otra
vez á él. Pero al de Santiago acometieron muchas veces, y con tanto denuedo,
que hiriendo mucho al oficial y soldados que le defendian, se pusieron en
términos de socabarlo, aun á pesar del fuego que se les hizo; pero destacado el
ayudante mayor, D. Francisco Castilla, con su piquete, y ayudado del capitan
de rejones, D. Juan de Monasterio, los rechazaron con valor, y los retiraron á
mucha distancia.
89. Pero antes intentaron segunda vez, y con efecto avanzaron á la
trinchera al cuidado de Juan Cáceres, y sin temor de fuego vivo que encon-
traron, y del escarmiento que debieran tomar con la muerte de muchos de ellos,
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