Page 122 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen  4
                                                                      Conclusión de la rebelión
            castas, para que se les uniesen, hasta ofrecer á los esclavos la de su esclavitud;
            y reflexionando juntamente el infeliz y miserable estado en que quedan estas
            provincias que alteró, y con dificultad subsanarán, ó se restablecerán en mu-
            chos años de los perjuicios causados en ellas por el referido José Gabriel Tupac
            Amaro, con las detestables máximas esparcidas, y adoptadas en los de su na-
            cion y sócios ó confederados á tan horrendo fin; y mirando tambien á los re-
            medios que exige de pronto la quietud de estos territorios, el castigo de los
            culpables, la justa subordinacion á Dios, al Rey y á sus Ministros, debo conde-
            nar, y condeno á José Gabriel Tupac-Amaro, á que sea sacado á la plaza prin-
            cipal y pública de esta ciudad, arras¬trado hasta el lugar del suplicio, donde
            presencie la ejecucion de las sentencias que se dieren á su mujer Micaela Bas-
            tidas, sus dos hijos Hipólito y Fernando Tupac-Amaro, á su tio Francisco Tu-
            pac-Amaro, á su cuñado Antonio Bastidas, y algunos de los principales capi-
            tanes y auxiliadores de su inicua y perversa intencion ó proyecto, los cuales
            han de morir en el propio dia; y concluidas estas sentencias, se le cortará por
            el verdugo la lengua, y despues amarrado ó atado por cada uno de los brazos
            y pies con cuerdas fuertes, y de modo que cada una de estas se pueda atar, ó
            prender con facilidad á otras que prendan de las cinchas de cuatro caballos;
            para que, puesto de este modo, ó de suerte que cada uno de estos tire de su
            lado, mirando á otras cuatro esquinas, ó puntas de la plaza, marchen, partan ó
            arranquen á una voz los caballos, de forma que quede dividido su cuerpo en
            otras tantas partes, llevándose este, luego que sea hora al cerro ó altura llama-
            da de Picchu, á donde tuvo el atrevimiento de venir a intimidar, sitiar y pedir
            que se le rindiese esta ciudad, para que alli se queme en una hoguera que esta-
            rá preparada, echando sus cenizas al aire, y en cuyo lugar se pondrá una lápida
            de piedra que exprese sus principales delitos y muerte, para sola memoria y
            escarmiento de su execrable accion. Su cabeza se remitirá al pueblo de Tinta,
            para que, estando tres dias en la horca, se ponga despues en un palo á la entra-
            da mas pública de él: uno de los brazos al de Tungasuca, en donde fué cacique,
            para lo mismo, y el otro para que se ponga y egecute lo propio en la capital de
            la provincia de Carabaya: enviandose igualmente, y para que se observe la re-
            ferida demostracion, una pierna al pueblo de Livitaca en la de Chumbivilcas,
            y la restante al de Santa Rosa en la de Lampa, con testimonio y órden á los
            respectivos corregidores, ó justicias territoriales, para que publiquen esta sen-
            tencia con la mayor solemnidad por bando, luego que llegue á sus manos, y en
            otro igual dia todos los años subsiguientes: de que darán aviso instruido á los



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