Page 88 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            díó asegurándolo con grillos y esposas, practicando lo mismo con el mozo
            escribiente que lo acompañaba, de este sitio lo llevó al Pueblo de su cacicazgo
            y poniéndolo en un calabozo, a los seis días lo ahorcó, con las mismas ceremo-
            nias, que se acostumbran con los verdaderos reos.— Lo que más suspende
            nuestro reparo es, que hubiese empezado y acabado, la operación con tanto
            sigilo, que la noticia de tan funesto catástrofe, llegó a esta ciudad, después de
            cometido el delito sin que se hubiese proporcionado entre los medios huma-
            nos alguno conducente a excusar el daño. El sedicioso tomó los arbitrios que
            podían verificar su intención, de un modo, que apenas persuade la verdad que
            vemos; y referir a Vuestra Señoría Ilustrísima todas las combinaciones del
            caso lamentable, fuera ocupar muchos pliegos y perder el tiempo que se debe
            lograr; la industria principal fue citar el agresor la multitud de indios y mesti-
            zos necesarios a la voz del Rey y a nombre del mismo Corregidor, con cuya
            obligación, concurrieron los citados, sin saber el engaño con que se les atrajo,
            bien que debemos creer no fue general esta buena fe, por que un hecho tal
            señalado en los anales de la malicia, pedía disposiciones correspondientes con
            que habían de intereses precisamente muchos indios de los principales.— En
            la casa del infeliz corregidor, que residía en Tinta, tampoco se pudo alcanzar
            especie alguna que pudiese desahogar a los domésticos: a éstos se les escribía
            esquelas y en una de ellas, le pidieron al cajero, que remitiese todo el caudal
            existente, así en dinero como en plata labrada y demás especies útiles; artificio
            en que avanzó mucho el cacique por que siendo la letra en aquellos pueblos
            del mismo escribiente que servía al corregidor, firmados por él, no dudaron
            remitir lo que pedía; llegando la plata sellada a la considerable cantidad de
            veintidos mil pesos, fuera de una vajilla costosa, alhajas y ropa. Este refuerzo
            que tomó el indio, creció con exhorbitancia por los demás secuestros que efec-
            tuó prontamente en varios españoles inmediatos al pueblo y a la persona del
            corregidor, como son Cisneros, La Madrid y Figueroa; al primero que era ín-
            timo confidente y director de Arriaga, le quitó dos mil pesos; al segundo y al
            tercero, les halló mayores cantidades, que no se pueden determinar, por la
            indiferencia que hay; aunque todos convienen, en que la presa fue de mucha
            entidad, fuera de los diez mil pesos que también le ocupó en pellones y otros
            efectos a Don Eusebio Balsa, sobrino del Corregidor.— A los tres primeros, se
            les tiene presos en casa del rebelde, con escacez de alimentos, y de ayer aca
            corre, que La Madrid acabó sus días consumido de la inedia y del pesar; de los
            dos restantes, no hay más noticia, que la de su reclusión penosa, en otros tantos



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