Page 78 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
el mencionado rebelde Tupa Amaro y el de la debida fiel obediencia al Rey y
subordinación a los jefes y ministros que en su real nombre gobiernan y admi-
nistran justicia, como también para que establezca en ellas y donde le parezca
el mejor orden y arreglo, que estimare conveniente al mejor servicio de Dios
y del Rey, bien del estado y de la causa pública, lo que participo a Vuestra
Señoría Ilustrísima para su inteligencia, encargándole coopere por su parte al
mas cumplido efecto de tan importantes objetos, haciendo que así los curas en
sus respectivas doctrinas, como los demás eclesiásticos, seculares y regulares,
inspiren eficazmente en los púlpitos y confesionarios el amor y fidelidad al
Rey y las visibles ventajas que ofrece la tranquilidad, como la obligación en
que se hallan de derramar hasta la última gota de sangre, porque se conserve
indemne la religión y la que igualmente les. asiste de concurrir a cuanto con-
duzca a que se mantengan en paz estos dominios de Su Majestad.— Nuestro
Señor guarde a Vuestra Señoría Ilustrísima muchos años. Lima veinte y dos
de diciembre de mil setecientos y ochenta.— Ilustrísimo Señor. Besa la mano
de Vuestra Señoría Ilustrísima su mas atento servidor.— Don Agustín de Jáu-
regui. Ilustrísimo Señor Obispo de la Santa Iglesia del Cuzco.—
(Al margen: Carta respuesta de Su Ilustrísima)
Excelentísimo Señor.— Muy Señor mío: Debo contestar a tres de
Vuestra Excelencia, sus fechas, veinte y dos de diciembre, tres y quince del
pasado; en la primera se sirve Vuestra Excelencia prevenirme, que respecto al
cuerpo que ha tomado la rebelión de José Gabriel Tupa Amaro a tenido a bien
delegar sus superiores facultades en el Señor Visitador General Don José An-
tonio de Areche, que a impulso de su celo y amor al Rey que dirige a esta
ciudad en unión del Señor Inspector General Don José del Valle con la corres-
pondiente tropa, abundancia de armas y municiones para el castigo del rebel-
de y pacificación de las provincias sublevadas: de esta providencia debo dar a
Vuestra Excelencia las mas expresivas gracias y ella misma acreditar el empe-
ño con que Vuestra Excelencia a tomado estos objetos tan interesantes a la
religión, al Rey y al público, librando sus superiores cuidados en una persona
de tan brillantes cualidades y cuya aplicación al bien público y amor al sobe-
rano es, su peculiar carácter y aquél que le ha conciliado las más honoríficas
atenciones. Por lo que a mi toca cooperaré con el esfuerzo posible como hasta
aquí, al fin de que se logren tan plausibles intenciones ministrando a dicho
Señor cuantas especies é ideas que conduzcan al acierto de esta empresa, para
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