Page 747 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            acompañarle con toda su gente, pues tenia proporcion de juntarla, como que
            era cacique pasado: y que por todo esto se adelantó á escribir cartas á la Au-
            diencia y Señores Ministros, con las provocaciones que contienen; y leidas,
            dice son las que él mandó escribir, y que con espresion le encargó al ama-
            nuense, Juan Pelaez, que queria beber chicha en las calaveras de dicho Señores
            Ministros, y demas groserias y desatenciones en que estan concebidas; y que
            logrando el triunfo, se repartirán casas y bienes, matando á todos, menos al
            Señor Arzobispo, clérigos y monjas. Que ninguna persona les fué á ver, ni en-
            vió bastimentas, y se mantenian de los cocabies y prevenciones que llevaron,
            y de lo que cogieron al clérigo Morales y á Manuel Grueso, cuya razon dará
            Taguareja, que está preso, como primer autor de este y otros robos. Y las razo-
            nes que contiene esta pregunta, fueron el influjo, amonestacion y persuasion
            única, que tuvo para la premeditada revolucion de entrar en la ciudad, á que
            no le movian tanto los intereses, caudales y riquezas que se figuraba coger,
            como rescatar la cajuela de papeles, donde debian estar los conseguidos por
            su hermano en Buenos Aires, que traia al Justicia Mayor Acuña; teniendo por
            insustanciales, diminutos ó fingidos, los que entregó el clérigo y religioso, que
            pasaron á la punilla, al efecto de persuadir á la comunidad que allí estaba, no
            haber otros que hiciesen á su favor.

                    Reconvenido: porque asienta que el interes de los papeles solo le traia,
            cuando tiene confesado, que si se apoderaba de la ciudad, haria repartimiento
            de sus casas, bienes y haciendas, entre los que le acompañaban, á correspon-
            dencia de su mérito y servicio, dejándola poblada de los naturales, acabando
            enteramente con toda clase de personas, que no fuesen indios: con cuyo modo
            de pensar no se acomoda el empeño solo de coger la cajuela, porque rescatada
            y logrado el fin, parece deberia retirarse á la Provincia ó Provincias de á donde
            salieron los indios que estaban á su mando; y se descubre que otro espíritu le
            animaba, y le movia hacer unos juicios y conceptos tan perjudiciales á los mi-
            serables que tenia engañados con sus soñadas conquistas; sin reflexionar que,
            aun cuando causase en la ciudad los estragos que en otros pueblos de carta ha-
            bitacion y ningunas fuerzas, no podian faltar estas, ni diferirse mucho tiempo,
            sobrándole al Rey vasallos leales que castigasen la ingratitud de sus indios re-
            beldes. -Responde, que uno y otro les movia, aunque á él le estimulaba mucho
            poder satisfacer á sus soldados con la verdad ó proposiciones vertidas en sus
            convocatorias, de haber conseguido su hermano Tomas en Buenos Aires re-
            baja de tributos, y que no le tuviesen por embustero y fingidor de gracias que


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