Page 647 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
y armados, cuyo ánimo fué sin duda el asesinarle cuando pretendiese escapar
por allí, y la casa fué asaltada por el tumulto por la puerta principal; pero Dios
dispuso que la desamparase a las 7 de la noche, mirando con ojos de piedad a
esta ciudad, pues muerto el jefe se redoblaba la insolencia y se aumentaba el
tumulto.
A las 12 de la noche, separándose de la casa del corregidor la mayor
parte del tumulto, se dirigió a la calle de Mercaderes, y rompiendo con ha-
chas las puertas de la tienda de un catalán, Don José Cuadros, a quien creían
dependiente o cajero del corregidor, la robaron enteramente hasta dejarla en
andamios. Concluída esta función se fué el tumulto a la cárcel pública, cuyas
puertas costaron dificultad el romperlas, pero conseguido, echaron fuera los
presos, y la tardanza o demora que aquí tuvieron no les dió lugar para acome-
ter las cajas reales como gritaban los mismos tumultuantes, pues eran las 4 de
la mañana del día 16, quedando citados para dar el golpe la noche de este día,
como también a las casas de los otros varios europeos donde consideraban
caudal.
Al amanecer del dicho día 16 se retiró el Corregidor a las casas de
Ayuntamiento, conoció que la insolencia de los tumultuosos no cesaría hasta
saquear toda la ciudad sin exclusión de monasterios, y dar en tierra con sus
nobles habitantes, principalmente con los europeos; y que menos sensible se-
ría morir defendiendo todos sus vidas, mujeres e hijos, al paso que la ciudad,
teniendo por objeto la religión, el rey y el honor. Apoyado en estas prudentes
y nobles reflexiones, resolvió, a las seis de la mañana, convocar por bando a
todos los vecinos de la ciudad para que fuesen al Cabildo con sus armas, como
así lo ejecutaron con la mayor puntualidad; y dió orden a los coroneles de in-
fantería y caballería para convocar sus regimientos.
A las 9 del día ya estaban alistados en una compañía los vecinos nobles
prevenidos con sus armas, y a las cuatro de la tarde estaban en la plaza varias
compañías de infantería y 10 de caballería; pero en todo ese número de gente
solamente se tenía confianza de la compañía de nobles y algunos soldados
escogidos de las demás compañías. El recelo era bien fundado y en la misma
plaza le comprobaban las desatenciones y desobediencias que se advertían en
los capitanes y jefes principales, en los mestizos y cholos de la ciudad y del
campo, de quienes se compone la caballería, procurando por lo mismo ganar-
los con buen modo, suavidad y contemplación.
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