Page 557 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            veinte y seis de mil setecientos ochenta.— Beso la mano de Vuestra Señoría
            su más atento servidor.— Vicente Flores Dávila.— Acabamos de recibir cartas
            en que el rebelde insinua lo mismo que a los caciques, y se extienden hasta
            más allá de Chucuito, suyos originales conservamos.— Señor Corregidor de
            la ciudad de Arequipa Don Baltazar Sematnat.


                    (Al margen: Bando).
                    Don José Gabriel Tupa Amaro, indio de la sangre real y tronco princi-
            pal.— Hago saber a los paisanos, criollos, moradores de la provincia de Lampa
            y sus inmediaciones, que viendo el yugo fuerte que los oprime de tanto pecho
            y la tiranía de los que corren con este cargo, sin tener conmiseracion de nues-
            tras desdichas exasperado de ellas y de su impiedad, he determinado sacudir
            este insoportable peso y contener el mal gobierno, que experimentamos de
            los jefes que componen estos cuerpos, por cuyo motivo murió en público ca-
            dalso el Corregidor de la provincia de Tinta a cuya defensa vinieron a ella de
            la ciudad del Cuzco una porción de chapetones, arrastrando a mis amados
            criollos, quienes pagaron con sus vidas su audacia y atrevimiento. Sólo siento
            de los paisanos criollos, a quienes nunca ha sido mi ánimo se les siga ningún
            perjuicio, si no que vivamos como hermanos y congregados en un cuerpo
            destruyendo a los europeos, para cuyo efecto hago saber de todos los referi-
            dos paisanos que si eligen este dictamen no se les seguirá perjuicio ninguno
            ni en vida, ni haciendas; pero si despreciando esta mi advertencia hicieren al
            contrario, experimentarán su ruina convirtiendo mi mansedumbre en saña y
            furor, reduciendo a esa provincia en ceniza, y como sé decirlo, tengo fuerzas
            para hacerlo, pues, tengo a mi disposición sesenta mil indios, fuera de los crio-
            llos y de otras provincias que se me han ofrecido y las tengo a mi orden; y así
            no tengan en poco esta mi advertencia que es nacida de mi amor y clemencia.
            Los señores sacerdotes tendrán el debido aprecio a sus estados y del propio
            modo las religiones y monasterios; siendo mi único ánimo cortar el mal go-
            bierno de tanto ladrón zángano, que nos roban la miel de nuestros panales.
            En breve me desengañaré de vuestras intenciones y reconoceré el dictamen
            que eligen, premiando a los leales y castigando a los rebeldes, que conoceréis
            vuestro beneficio y después no aleguéis ignorancia. Es cuanto puedo deciros.
            Tungasuca y noviembre veinte y uno de mil setecientos ochenta.— Don José
            Gabriel Tupa Amaro Inca.





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