Page 522 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
efecto de sacarse exhibieron ante mí los señores de la Real Junta de Guerra de
esta ciudad del Cuzco y sus mercedes los volvieron a su poder, y para que de
ello conste donde convenga de su orden verbal doy el presente en veinte días
del mes de noviembre de mil setecientos y ochenta años, siendo testigos Don
Tomás Gamarra y Don Toribio Cano.— Y en fe de ello lo signo y firmo.— En
testimonio de verdad.— Miguel de Acuña.— Escribano de Su Majestad y Pú-
blico.
(Al margen: Declaración).
En la ciudad del Cuzco, en veinte días del mes de noviembre de mil
setecientos y ochenta años, el señor Coronel Don Sebastian de Ocampo, Al-
calde Ordinario de segundo voto en ella y su jurisdicción por Su Majestad
dijo: Que por cuanto se presentó ante su merced Bartolomé Castañeda, vecino
de esta dicha ciudad, como Ayudante Mayor que fue nombrado en una de las
compañías que marcharon para la provincia, al comando del corregidor de
ella Don Fernando Cabrera, para hacer una declaración sobre los hechos acae-
cidos en el pueblo de Sangarara, mandó que las practicasen bajo de juramento
y lo hizo por Dios Nuestro Señor y a una señal de cruz, según forma de dere-
cho bajo del cual declaró lo siguiente: Que habiendo pasado desde Oropesa de
la citada provincia, en la compañía que arrastró Don Antonio Ugarte, como
Capitán de la primera que se formó de los vecinos de dicho pueblo, fue entre
otras dos; fuera de las dos, que salieron de esta ciudad hasta el pueblo de San-
garara, haciendo mansión en los antecedentes y llegaron al referido, el día
viernes diez y siete del corriente a las tres y media de la tarde, en consorcio
también de la que llevó Don Pedro Sabaraura de indios escogidos a su satisfac-
ción y habiéndose acampado en la Plaza, se presentaron las compañías del
pueblo de Acomayo a que se unieron sobre cuatrocientos indios del mencio-
nado pueblo de Sangarara, quienes hicieron su formación en la misma plaza,
obedeciendo la orden que les dió el dicho corregidor comandante. Que des-
pués de este acto público, el Sargento Mayor Don Ramón Arechaga, leyó un
auto proveído por el referido Corregidor muy dilatado, que se reducía en
substancia a que cualquiera que entregase la persona o cabeza de José Tupa
Amaro; sería premiado de pronto con dos mil pesos y se le otorgaría honores
de nobleza, aunque fuese plebeyo; que dicho Sargento Mayor, señaló cuarteles
a las compañías, donde se mantuvieron hasta las siete de la noche. Que a esta
hora se dio orden para que todos cogiesen las armas y se retirasen al cementerio
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