Page 517 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
P. 517

Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            cama del cacique Tupa Amaro. Que al siguiente día viernes vio el declarante
            que por la mañana llevaron a nuestro Amo al Corregidor y que a las once del
            día, poco más o menos, vio que sacaron al corregidor con cuatro sacerdotes, al
            lado cruz o bandera negra; vestido de militar con sus grillos, hasta el pie de la
            horca donde le quitaron el vestido de militar y le pusieron el hábito de nuestro
            padre San Francisco. Que hecha esta diligencia le iban subiendo a la horca, y
            el declarante por no ver esa lástima se entró a la iglesia; que inmediatamente
            le avisaron que el Corregidor, juntamente con el verdugo, habían caído al sue-
            lo por haberse reventado los cordeles o lazos y que luego vio que volvieron a
            suspender al corregidor con un lazo, y que así lo dejaron colgado hasta que
            vieron que estaba muerto, y que en este estado se retiraron los cuatro sacerdo-
            tes entre ellos el cura. Que la Plaza estaba guarnecida con cosa de cuatro mil,
            entre indios y mestizos y algunos de ellos uniformados y con armas de fuego.
            Que en la casa de dicho Tupa Amaro vio que tenía preso a Don Bernardo de la
            Madrid, quien ha oído decir que murió de pesar. Que el declarante el propio
            día viernes, a cosa de las cinco de la tarde, le pidió licencia para retirarse a su
            casa, le concedió previniéndole que el lunes había de concurrir en Pomacan-
            che, donde el declarante no asistió. Que el declarante oyó decir a una india
            de su casa, que venía orden para que toda la gente estuviese pronta a la orden
            de dicho cacique Tupa Amaro, y que si no concurría el declarante a su orden
            le quitaría todo su ganado y demás bienes; que sin embargo de esta amenaza
            ensilló su mula y se vino para esta ciudad a dar parte de lo acaecido, y que no
            sabe si por este motivo le habrán quitado sus bienes y que ésta es la verdad so
            cargo del juramento que hecho tiene en que se afirmó y ratificó, habiéndose-
            le leído esta su declaración de principio a fin, dijo ser de edad de cuarenta y
            dos años y la firmó con su merced de que doy fe.— Sebastián José de Ocam-
            po.— Gregorio de Villena.— Ante mí Tomás de Villavicencio, Escribano de
            Su Majestad y Público.— Concuerda este traslado con su original que está y
            queda entre los papeles del archivo de los señores de la Junta de Guerra de esta
            ciudad a que en caso necesario me remito. Y para que de ello conste donde
            convenga, doy el presente de mandato de dichos señores en esta dicha ciudad
            del Cuzco, en veinte días del mes de noviembre de mil setecientos y ochenta
            años, siendo testigos Don José Fanola, Don Mateo de Acuña y Toribio Cano,
            presentes.— Y en fe de ello lo signo y firmo.— En testimonio de verdad.— Un
            signo.— Tomás de Villavicencio.— Escribano de Su Majestad y Público.





                                               516
   512   513   514   515   516   517   518   519   520   521   522