Page 516 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            presente escribano le recibió juramento, que lo hizo por Dios Nuestro Señor
            y a una señal de cruz, según forma de derecho, so cargo del cual prometió
            decir verdad de lo que supiere y fuere preguntado, y siéndole al tenor del auto
            que está por cabeza, dijo: Que el día miércoles siete del corriente fue enviado
            el declarante, con orden del señor Corregidor actual de la referida provincia
            de Quispicanche, a notificar a los cacique de todos los pueblos altos de di-
            cha provincia para que condujesen unas maderas al pueblo de Tinta para que
            se hicieren carretones, para la conducción de las piedras al puente de Urcos,
            para el puente que se está haciendo en dicho pueblo, y habiendo entrado en el
            pueblo de Nuevo y no hallando al cacique Don Andrés Noguera, por haberle
            dicho su mujer que estaba en el pueblo de Tungasuca, en distancia de una
            legua, le escribió por un pedazo de papel llamándolo para que oyese el orden
            de dicho señor Corregidor; y que este papel se escribió el día antes, que fue el
            martes sobre tarde, y al otro día miércoles fue el Cacique de Tungasuca José
            Tupa Amaro en un caballo blanco acompañado del dicho cacique Noguera y
            dos mozos más y llegando al alojamiento del declarante le dijo el dicho Tupa
            Amaro: Que se diese por preso de orden de Su Majestad y caminase con él al
            pueblo de Tungasuca, donde lo tuvo tres días. Y preguntado qué vio en estos
            tres días en el referido pueblo dijo: Qué luego que entró a la casa del cacique
            Tupa Amaro, vio que en un cuarto estaban presos el Corregidor de Tinta Don
            Antonio de Arriaga, a quién lo tenía en un cepo y a Don Bernardo de La
            Madrid, que estaba en el propio cuarto con un par de grillos; y que a vista del
            declarante, a cosa de dos horas, le sacaron del cepo y le pusieron un par de
            grillos, y que a las cinco horas de su prisión le dio libertad, para que pudiese
            entrar y salir con la condición de que no saliese del pueblo a dar noticia de la
            prisión del corregidor. Que al otro día jueves, como a cosa de las cinco de la
            tarde, vio el declarante que el cacique Tupa Amaro con cuatro hombres que no
            conoce, entró al cuarto que está en el segundo patio y oyó decir que le iban a
            leer la sentencia de muerte. Que luego que salió Tupa Amaro de leer la senten-
            cia, oyó que a dos clérigos que estaban allí ayudantes de cura, el uno de Pam-
            pamarca y el otro del Pueblo Nuevo, los habían llamado para que lo confesara
            y auxiliara al dicho Corregidor, y que estos habían rehusado con cuyo motivo
            el cacique Tupa Amaro pasó al pueblo de Pampamarca, que dista una legua, a
            traer al cura para que confesase al corregidor. Que vio venir a dicho Cacique
            juntamente con el cura y que éste entró a la vivienda del corregidor, donde es-
            tuvo hasta las diez u once de la noche y luego vio que se fue a dormir a la propia



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