Page 507 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            veo afligido y con sobresaltos a todas horas por ese vengativo sacerdote que
            no hallo delito antes sí, soy fiel y leal vasallo a nuestro Soberano como tal le
            he servido con veneración y pureza, cumpliendo su real servicio; si he puesto
            defensa por la miserable gente de las atrocidades y tiranías de este cura ha sido
            en fuerza de mi obligación, no se cual sea el delito que se me ha de justificar. Es
            cierto que el perjuro y blasfemo tiene toda una legión para maquinar y acrimi-
            nar.— Mucho carezco de una letra de usted, sólo con mi hijo se sirvió. A cada
            paso le molestará, pero me impide a que sujeto, porque está espiando para la
            cárcel, motivo de que los de aquí no pueden ir si este indio propio es de otro
            pueblo. No sé si habrá tenido usted noticia de que un indio de aquí fue por los
            santos óleos lo han puesto en la cárcel eclesiástica y está el miserable padecien-
            do más de un mes, sin más delito que el antojo; a este indio a forciore lo puso
            el cura de sacristán habiendo de sobra de siete indios que asistían en realidad.
            El indio preso es tributario y suplico exija su solturía; en fin en la protección
            de usted afinco el desagravio y conseguir paz y quietud, dándome las direccio-
            nes correspondientes para no errar y porque me repito a su obediencia ruego
            a Dios nuestro Señor guarde muchos años. Coporaque y noviembre once de
            setecientos ochenta.— Beso la mano de usted su mayor servidor.— Eugenio
            Canatupa Sinanyuca.


                    (Al margen: Otra).
                    Señor Protector Don Pedro Rodríguez.— Muy señor mío: Ha días que
            escribí a usted valiéndome de Don José Tupa Amaro para que diera mozo o
            indio que fuese a entregar mi carta a vuestra merced en mano propia, porque
            con la gente de mis pueblos no se puede estar a centinela para enbodegarlos en
            las cárceles: el cura de aquí; mas viendo que se ha desentendido de este propio
            he determinado en la hora valerme de este dador, que es dependiente del cura
            ínter, para que vuele. Que aunque en aquella antecedente, con la brevedad y
            atónito de la acelerada muerte del señor General Don Antonio de Arriaga, no
            especifique su procedido en esta forma.— El día seis de éste, llegó carta orden
            de dicho señor Corregidor circular para los pueblos, cuyo contenido era lla-
            marnos a los vecinos y caciques a voz del Rey nuestro señor y desagravio de
            su honor; y a continuación de las diligencias puestas de obedecimiento, puse
            la mía especificando el impedimento de mi enfermedad, que lo había visto
            en esos días, que estaba aquí, y en mi lugar cumplementaria el orden mi hijo.
            Volvió dicho señor Corregidor a exigirme y, sin embargo, de estar tan enfer-



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