Page 506 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
comunicármelo. Con este subsidio estoy acabándome de cuidados y más aco-
bardándome. Que el cura se conjuraba hacerme ahórcar y por favor a Valdivia
ya se vé que por ningún camino hay mérito para aquel intento depravado que
pudiera facilitarlo, valiéndose de su ardiente y voraz pluma como juramentero
que sin asco, ni temor a Dios no recela agraviarlo a ninguno, como es público
y notorio, en cuyo supuesto me dan varios amigos. De consecuencia, descon-
suelo de que pudiera sucederme algún trabajo irremediable y como estoy iluso
del estado en que se hallan los recursos de este pueblo, sobre todo lo acaecido
de lo que le consta a usted latamente, como a protector y apoderado del fina-
do, suplico que extensamente me comunique si en favor o en contra se halla
hoy estos asuntos. Las disposiciones de aquel sacerdote, independiente de sus
excesos antecedentes, me dicen que son los más ardientes y todo agarrándose
del leal vasallo, y que el movimiento de este pueblo hasta echarlo fue un influjo
mío por ocultar la usurpación que me sindica, lo cual iba clara y abiertamente
en los padrones que exhibí sin excreparme en un punto, ni menos ocultación
de indios. Tampoco he sabido de este separado asunto su determinación, sólo
si que el finado Corregidor me notificó el día 2 de octubre del presente, que ya
no corría con la recaudación de tributos, que era orden y mandato del señor
Visitador General, lo cual con el acato que debo le obedecí y que en adelante
corrían los alcaldes; pero en lo que es cacicazgo, que aunque no estoy confir-
mado, me mandó siguiese atendiendo a los ministerios del cargo; de este pun-
to dígame usted si puedo como cacique servir o apartarme en el todo, porque
se han de ofrecer escritos y otros negocios en que como cacique presida.— No
sé que decir de la demora tan larga del memorial y reproducción de usted que
se despachó por su mano o se perdieron o el apoderado en Lima se ha descui-
dado, el motivo lo ignoro, que me tiene con bastante cuidado. Acerca de este
buen cura, tampoco sé si alcanzaremos justicia o no, o lo que estará diciendo
en la Real Audiencia y cuándo podrá definirse, sí a estos miserables indios les
relevara de obvenciones, etcétera. Hoy se nos acabó con la muerte del señor
general Arriaga, ese cura hará cuanto gustase y quisiese con nosotros, como
aquí nos está persiguiendo y estamos esperando de que repita descomulgarlo
al pueblo y consumir las especies sacramentales que cuanto ha hubiera esta-
do, si no lo embaraza el finado; en fin tenemos el consuelo de que queda esta
recomendación y defensa a la protección de usted.— Repito a pedirle a usted
me haga el bien y buena obra y por el Señor de la catedral y su Madre Santísi-
ma, me diga la certidumbre de mi paradero en que podrá resultar, porque me
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