Page 470 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
también estoy impuesto en que los mestizos y españoles gustosos contribuirán
a correspondencia de sus fondos, aún más cantidad que el rédito de la tarifa.
Es bastante prueba de esta verdad, hallarse a mi orden sin violencia, crecido
número de ellos como lo tengo representado a los tribunales que correspon-
de. Nuestro Señor guarde a vuestra señoría muchos años. Altos de Picacho y
enero nueve de mil setecientos ochentiuno. Besa las manos de vuestra señoría
su muy seguro servidor.— José Gabriel Tupa Amaro Inca.— A los señores del
venerable Dean y Cabildo del Cuzco.
(Al margen: Subscripción).
Es copia sacada a la letra de su original que se remitió al excelentísimo
señor Virrey de estos reinos a que me remito. Cuzco y enero once de mil sete-
cientos ochentiun años, doy fe.— Doctor José Domingo de Frías.— Secretario.
(Al margen: Copia de la carta respuesta a La Junta).
Con testimonio que acompaño, contesto el oficio de primero del que
corre y no se me entregó hasta el cinco a las once del día, según aparece del
certificado de mi secretario. Por él se impondrá vuestra señoría en las diligen-
cias que se han tirado para deferir con el debido conocimiento, a la solicitud
de que se concurra con los caudales que están en depósito en los conventos,
monasterios y Caja de Censos y obras Pías por vía de empréstito al Rey, para
socorrer las presentes urgencias. En efecto de su reconocimiento sólo se en-
cuentra un mil pesos en San Agustín, tres mil ochocientos en el monasterio
de Santa Clara, dos mil en Santa Teresa y de la caja de depósitos en poder de
don Isidro Guisasola, seis mil seiscientos diecisiete pesos cuatro reales, como
consta del documento que incluyo y libranza, para que su entrega sea efectiva.
Y aunque los interesados han pedido se tomen a censo en cinco por ciento,
teniendo presente lo practicado en igual caso en el hospital de San Andrés,
según aparece de cédulas reales que en él se hallan archivadas, quedará su-
jeto este punto a la superior deliberación del señor Visitador, como Super-
intendente de Real Hacienda. En este supuesto aún han sido más loables las
generosas ofertas que hacen en obsequio, para defender los dominios de un
monarca tan justo y amable, de la plata labrada y alhajas de sus iglesias, para
que siendo necesario se empeñen o vendan y socorrer con estos productos los
gastos ingentes de esta guerra. Porque ya que por no pagarse los réditos de sus
censos con las actuales revoluciones, no pueden explicar con dinero efectivo
sus religiosos, lo hacen del modo que les es permitido, poniendo de manifies-
to un corazón penetrado de los verdaderos sentimientos de que debe estar
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