Page 472 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            muchos años. Cuzco y enero once de mil setecientos ochentiuno.— Juan Ma-
            nuel, Obispo del Cuzco.— Señores de la Real Junta de Guerra.
                    (Al margen: Suscripción).
                    Es copia sacada de su original de que doy fe.— Cuzco y enero doce de
            mil setecientos ochentiun años.— Doctor José Domingo de Frías.— Secretario.

                    (Al margen: Carta del rebelde Tupa Amaro a Su Ilustrísima).
                    Ilustrísimo señor.— No obstante tener escritas varias a vuestra señoría
            ilustrísima y carecer sus respuestas, repito ésta con los inclusos edictos para
            que se fijen en parajes publicos, y conste a esa república y sus inmediacio-
            nes mi determinación. A este asunto escribo en la ocasión por medio de mis
            emisarios, lo que vuestra señoría ilustrísima verá en la que corresponde al
            ilustre Cabildo Eclesiástico, cuya resolución, como la del secular, espero en.
            el término de doce horas para tomar la última determinación sin esperar otra
            respuesta. Nuestro Señor guarde a vuestra señoría ilustrísima muchos años.
            Campo de Ocororo y enero tres de mil setecientos ochentiuno. Ilustrísimo se-
            ñor.— Besa la mano de vuestra señoría ilustrísima, su muy seguro servidor.—
            Don José Gabriel Tupa Amaro Inca.


                    (Al margen: Otra al Cabildo Eclesiástico).
                    Desde que di principio a libertar de la esclavitud en que se hallaban los
            naturales de este reino, causadas por los Corregidores y otras personas, que
            apartadas de todo acto de caridad protegían estas extorsiones contra la ley de
            Dios, ha sido mi ánimo precaver muertes y hostilidades por lo que a mi co-
            rresponde, pero como por parte de esa ciudad tantos horrores, ahorcando sin
            confesión varios individuos de mi parte y arrastando otros, me ha causado tal
            dolor que me veo en la precisión, de requerir a ese ilustre Cabildo se abstenga
            ese vecindario de iguales excesos, franqueándome la entrada en esa ciudad.
            Porque si al punto no se cumple esto, no podré tolerar por un instante de tiem-
            po entraré a fuego y sangre y a discreción de la tropa, sin reserva de persona.
            A este fin pasan el reverendo padre lector fray Domingo Castro, el doctor
            don Ildefonso Bejarano y el capitán don Bernardo de la Madrid en calidad de
            emisarios, para que con ellos se me dé fija noticia de que ese ilustre Cabildo
            resolviese en un asunto de tanta importancia. El que exije rindan todas las
            armas, sean las personas que las, manejan de cualquier fuero, pues en defecto
            pasarán por todo el rigor de una justa guerra defensiva, sin retener con ningún



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