Page 473 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
pretexto a dichos emisarios, porque representan mi propia persona. Sin que se
entienda sea mi ánimo causar les extorsión leve a los rendidos, sean de la clase
que fuesen, como ha sucedido hasta aquí, pero si obstinados intentan seguir
sus injustos hechos, experimentarán todos aquellos rigores que pide la divina
justicia, pues hasta aquí la he visto pisada por muchas personas.— La mía es
la única que ha quedado de la sangre real de los Incas de estos reinos. Esto me
ha estimulado a procurar por todos los medios posibles a que cesen en el todo
las abusivas introducciones, que por los mismos Corregidores y otros suje-
tos, se habían plantificado colocándose en todos los cargos y ministerios unas
personas inaptas para ellos, todo resultante contra los míseros indios y demás
personas, y disposiciones de los mismos Reyes de España. Cuyas leyes tengo
por experiencia, se hallan suprimidas, despreciadas y que desde la Conquista
a acá no ha mirado aquellos vasallos adelantarla, sino su aplicación es estafar
esta mísera gente, sin permitirles respiren a la queja. Esto es tan notorio que
no necesita más comprobante, sino las lágrimas de estos infelices, que ha tres
siglos las vierten sus ojos. Este estado nunca les ha permitido contraerse a
conocer al verdadero Dios, sino a contribuir a los Corregidores y curas su
sudor y trabajo, de manera, que habiendo yo pesquisado por mi propia perso-
na, en la mayor parte del reino el gobierno espiritual y civil de estos vasallos,
encuentro que todo el número que lo compone de la gente nacional no tiene
luz evangélica, porque les faltan operarios que se la ministre, previniendo esto
del mal ejemplo que se les da.— El ejemplar ejecutado con el corregidor de
Tinta, lo motivó asegurarme iba contra la Iglesia y para contener los demás
corregidores, fue indispensable aquella justicia. Mi deseo es que este género
de jefes se supriman enteramente, que césen sus repartimientos, que en cada
provincia haya un Alcalde Mayor de la misma nación indiana u otras personas
de buena conciencia, sin más inteligencias que la administración de justicia,
policía cristiana de los indios y demás individuos, señalándosele un sueldo
moderado con otras condiciones que a su tiempo deben establecerse. Entre
las que es indispensable una comprehensiva a que en esa ciudad se erija Real
Audiencia, donde residirá su Virrey como presidente, para que los indios ten-
gan más cercanos los recursos. Esta es toda la idea por ahora de mi empresa,
dejándole al Rey de España el dominio directo que en ellos ha tenido, sin que
se le substraiga la obediencia que les es debida y tampoco el comercio común,
como nervio principal para la conservación de todo reino.— Nuestro Señor
guarde a vuestra señoría muchos años. Campo de Ocororo y enero tres de mil
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