Page 462 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            esta Comisaría.— Nuestro Señor guarde a vuestra señoría ilustrísima muchos
            años. Real del Cuzco y enero dos de mil setecientos ochentiuno.— Besa la
            mano de vuestra señoría ilustrísima su más atento y rendido servidor.— José
            de Lagos.— Ilustrísimo señor doctor don Juan Manuel de Moscoso y Peralta.
                    (Al margen: Carta del cura de Maras).
                    Ilustrísimo señor.— Señor: Creyendo que vuestra señoría ilustrísima
            se halla impuesto en todo lo que hasta el día de hoy se ha practicado contra los
            enemigos, tanto por ser público y notorio, cuanto que por la relación difusa
            que hace el doctor don Antonio Valdez (a que me remito) dejo de exponer con
            difusión todos los pasajes que han acaecido desde el arribo del Justicia Mayor
            de esta provincia hasta la fecha de hoy. Y sólo agrego que a no haber sido tími-
            dos los Jefes, que en los tres expedientes gobernaron, hoy se halla la quebrada
            limpia y casi libre de invaciones, porque convertidos todos los feligreses de
            esta doctrina, sin excepción de sexos, en leones, levantaron armas, mataron
            y destrozaron a los rebeldes, siendo el desempeño y confianza nuestra, cau-
            sando gran admiración a todos cuantos conocen la dureza y tenacidad de sus
            genios. Parece señor, ser la cosa miraculosa al ver el empeño y constancia con
            que esta gente ha manifestado su fidelidad. Porque siendo la que más cuidados
            y desvelos causaba, está hoy tan dócil y desinteresada que, después de abando-
            nar sus sementeras en la fuerza de sus labranzas y cultivos y no haber tomado
            más sueldo que el de cinco reales, en el primer expediente, en los subsecuentes
            ninguno, se halla en términos de contribuir cada uno de los nobles a peso y los
            plebeyos a cuatro reales, para ayuda de la guerra, porque no mira otro interés
            que el de clamor al monarca y de algún honor. Todos los órdenes que vuestra
            señoría ilustrísima tiene librados, se hallan practicados con prontitud, amor y
            rendida obedienda. Nuestro Señor guarde la importantísima salud y vida de
            vuestra señoría ilustrísima muchos años. Maras y enero nueve de mil setecien-
            tos ochentiuno.— Señor.— Besa la mano de vuestra señoría ilustrísima su más
            rendido súbdito, apasionado y seguro capellán.— Manuel del Castillo y Meza.

                    (Al margen: Auto).
                    Nos el doctor don Juan Manuel de Moscoso y Peralta, por la gracia
            de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de esta diócesi del Cuzco, del
            Consejo de Su Majestad, etcétera.— Por cuanto la Real Junta de Guerra nos ha
            representado que en las Cajas Reales no ha quedado ya caudal del real haber,
            por los crecidos e indispensables gastos que se están haciendo en las presentes



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