Page 460 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            tesoros de las iglesias. En la irrupción que hizo a nuestros mares el corsario
            Jorge Anson y en otras ocasiones exhausto el Gazofilacio Real, determinó el
            excelentísimo señor Virrey que los vecinos ricos, especialmente los del comer-
            cio de la ciudad de los Reyes, supliesen o mutuasen el dinero preciso para el
            fomento de la guerra; no obstante de que ya habían hecho un gran donativo
            para el efecto, y habiéndose excusado algunos al mutuo, fueron compelidos
            por apremio y prisión que sufrieron en sus casas con centinelas de vista. En
            esta ciudad no faltan quienes poseen ventajosos caudales y su comercio no
            está destituido de sujetos que puedan suplir la cantidad necesaria para el so-
            corro de la guerra. Tenemos a don Sebastián Ocampo, don Isidro Guisasola,
            don José Picoaga, don Isidro y don Simón Gutiérrez, que cada uno maneja al
            giro del comercio más de cien mil pesos. Los demás individuos del comercio
            gozan, sino iguales, competentes cantidades. Acaban de ser corregidores en
            provincias pingues don Miguel Navarro, don Maximino Echalas, don Fulano
            Olano, don José Antonio Vivar y se contemplan posesionados de gruesos cau-
            dales. Estos, a reserva de pocos que han ofrecido o de hecho han exhibido cor-
            tas cantidades por vía de donativo, aún no han verificado una demostración
            que es tan propia de su honor y de sus deberes a la soberanía y al estado. Por
            esto cree el Fiscal que los señores de la Junta deben dirigir la exacción primero
            a ellos que al estado eclesiástico. Concurre a este propósito que el clero secular
            y regular, a disposición de vuestra ilustrísima, no procedida de requerimiento
            alguno de los señores de la Junta, ni de noticia que tuviese de penuria de la
            Real Hacienda, sino sólo de heroico deseo de hacer un justo y por todos títu-
            los debido servicio al Rey, ha contribuido cerca de treinta mil pesos, tomando
            varias de las comunidades religiosas y sujetos del clero prestadas las cantida-
            des que les han cabido en prorrata, por no tenerlas en sus cajas de depósitos y
            cuando el estado secular aún no ha practicado este deber, parece que es justo
            sea requerido al suplemento que se desea antes que se eche mano de los ha-
            beres de la Iglesia. Fuera de esto, las cajas de depósitos de los monasterios de
            uno y otro sexo, están exhaustas por la mayor parte y si en algunas hay dinero
            es muy corto; y como el miserable presente estado de las cosas, no permite la
            cobranza de las rentas es forzoso se valgan las comunidades de los principales
            depositados para su mantención. Por todo lo que podrá vuestra ilustrísima,
            siendo servido prevenir a los señores de la Junta, ocurran primero al estado
            secular por la cantidad que es menester para el fomento de la guerra, bajo de la
            protesta que cuando este subsidio no alcanze para las impensas hasta terminarla,



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