Page 279 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            Coronel de Tupac Amaru, y a otros a estrecharse en los desfiladeros donde
            podian emplearse a satisfaccion los sables, fusiles, y lanzas de los nuestros.
                    Tambien se solemnizó esta Victoria en el Cuzco con las mismas de-
            mostraciones que la primera, y bolvieron los Soldados con algunos Yndios
            prisioneros. Poco despues se repitio el triunfo en la Plaza de Yugay que está
            situada entre Urubamba y Guayllabamba. Perecieron en este combate mas
            de 300 Yndios de un grueso de mas de 3,000 que habian bajado mal escar-
            menados con la derrota pasada: concurriendo con igual esfuerzo y actividad
            el mismo Cacique de Chinchero, y toda la Feligresia de Urubamba, Maras, y
            Yucay, a diligencia de sus Curas Dn. Manuel Gayoso de la primera, Dn. Ma-
            nuel Castillo de la segunda, y Dn. Manuel Alzamora de la tercera, a quienes se
            unió Dn. Antonio Valdes Cura de Coata que se hallaba en aquella ocasion en
            el Pueblo de Urubamba. Estos buenos Eclesiasticos contemplando que hacian
            el mejor obsequio a su Prelado Yltm°. cuyo celo tenia bien encargado a todo
            el Gremio de Curas la defensa de sus respectivas Doctrinas, asi por medios es-
            pirituales, como temporales, comandaron las tropas de sus Yndios, dirigiendo
            a todos los Soldados para el mexor excito del Combate que desempeñaron a
            satisfaccion de todos, haviendose logrado el beneficio de reducirse a nuestras
            Vanderas voluntariamente mas de 30 Yndios de los Enemigos a persuacion del
            Cura de Urubamba, y del Guardian de la Recoleta de San Francisco de aque-
            lla Villa, remitio a los Conversos con Carta de recomendacion al Sr. Obispo
            para que intercediese con la Real Junta. Asi lo practicó su Yltma. con aquella
            benignidad que es propia de su genio compasivo, quando lo piden las circuns-
            tancias del tiempo y de las Personas.
                    Con estos castigos parece que debian humillarse los Yndios subleva-
            dos en aquella Comarca; pero lejos de haverse moderado, retrocedieron a exe-
            cutar en el Pueblo de Calca las mayores atrocidades que pueden sentir una
            tragedia. Dieron muerte cruel a quantos Españoles hallaron de ambos sexos
            reputando por Españoles o Mestizos a todos los que tenian camisa: y lo que
            es mas horrible, usaban torpemente de las Mugeres de representacion agra-
            dable, quitandole despues la vida, llegando a la mayor impiedad de incubar
            sobre los cadaveres de otras. Profanaron la Yglesia con homicidios sin que les
            sirviese de Asylo el tabernaculo Sagrado. A un pobre Español Mayordomo del
            Sacramento que se havia puesto bajo la proteccion del Señor a quien sirvió
            muchos años, lo mataron cruelmente. No paró en esto la crueldad infernal de
            los amotinados, porque repitió en los párbulos la sevicia del impio Herodes.



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