Page 60 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. II
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Volumen 2
                                                                             Antecedentes
            cación y diligencia del Escribano de Cámara Don Martín de Pro, de fojas sesenta y
            cinco, dicho cuaderno cuarto, a mi pedimento y de orden de esta Real Audiencia.
                    No puede dudarse la fe de dichos instrumentos, ni creo que se atreva a
            dudarla Don Vicente García, apoderado y protector de Don Diego Bentancour,
            abuelo de su mujer; pues a más de que aún antes de poner esta demanda, pudo su
            cavilación sacar dichos instrumentos originales del poder de la persona en quien
            yo los tenía depositados, y reconocerlo como los reconoció; caso que hoy dudara
            algo, los mismos instrumentos originales hicieran su convencimiento y su confu-
            sión; y lo que es más, es menester que se rinda a la propia confesión de mis claros
            derechos que hace en su carta que me escribió, y tiene reconocida bajo de jura-
            mento, a mi solicitud y de orden de Vuestra Alteza.
                    Los autores, como va referido, tienen por materia grave la de una causa de
            Genealogía; porque en ella no sólo se interesa la pretensión del particular, sino la
            reputación de toda una familia, pero la viveza y travesura de Don Vicente García
            será el autor de su daño, porque ha sido mi estímulo; pues no contento con las pro-
            videncias que subrepticiamente ha logrado la familia de su mujer, para suponer su
            origen y descendencia de dicho Inca Túpac Amaro, ha querido excluir la mía, que
            es la verdadera, y no supuesta, simulada y falsa como la suya; y creo que lo he de
            hacer demostrable con sus mismos instrumentos, con los que he de producir en
            su convencimiento, y con razones deducidas de ellos mismos, que si no es imposi-
            ble, le será difícil desvanecer, por más que acumule documentos y figure edificios
            suntuosos, porque éstos han de rendirse, si sus cimientos son débiles y falibles,
            como lo son, y que será la materia de la segunda parte de este alegato.
                    Si hubiese de hacerme cargo de las impertinentes ocurrencias de Don Vi-
            cente García, de los instrumentos y calificaciones inconducentes que ha produ-
            cido, y con que ha abultado inútilmente el proceso, sería obra muy larga, y sería
            incidir en el mismo despropósito del desorden y confusión que él se ha propuesto,
            sin más que vertirlos con satisfacción y aún con injuria, para en el ínterin blasonar
            una descendencia que no tiene su familia. El punto de que se trata es el de la de
            Don Felipe Túpac Amaro, último Inca del Perú, a quien por mandado del Exce-
            lentísimo Señor Toledo, cortaron la cabeza, el año de mil quinientos setenta y dos,
            en la plaza del Cuzco.
                    Siendo este el punto y la materia de que se trata, podía preguntársele a Don
            Vicente, apoderado y protector de Don Diego Betancur: ¿Qué conexión tiene con
            ésto la historia de la entrada de Don Francisco Pizarro en Cajamarca? ¿Cuál la
            conducencia del encuentro de Don Francisco Pizarro con Atahualpa, su arresto y



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